"El secreto de ser aburrido es decirlo todo"

Voltaire.

jueves, 24 de noviembre de 2011

CUATRO COMA CUATRO. LA QUE SE AVECINA

El PP parte con una ventaja sobre el gobierno de Zapatero: la comprobación empírica de que la política de ajuste y recorte no ha servido para recuperar la economía, ni para reducir el coste de la deuda pública.

Dios no perdona los pecados que manda cometer”
El Evangelio según Jesucristo
José Saramago
                                                                                         
Un amigo con el que me encontré días antes de las elecciones me elogió el plan de ajuste de Zapatero. Precisamente eso que ha pesado para que muchos de los votantes abandonasen a los socialistas. Era lo que había que hacer, me insistió. No entendía bien su razonamiento: si Zapatero hizo lo que había que hacer, ¿por qué no pensaba votar a los socialistas, como me había confesado? ¿Por qué castigarles ahora con el apoyo al PP? No lo dudó un instante. Porque Rajoy va a seguir a rajatabla con el ajuste que diseñó el gobierno socialista. Y Rubalcaba no.

Mi amigo tenía razón. No por aplaudir el ajuste de Zapatero, ni por votar a Rajoy. Sino porque escuchó perfectamente a los responsables del PP, empezando por el propio Rajoy, que su primer compromiso era cumplir lo acordado con la Unión Europea para la reducción del déficit. Consiste en que ni el Estado, ni las Comunidades Autónomas, ni los Ayuntamientos gasten mucho más de lo que ingresan. Esto, que parece tan sensato, lo cumplió España con creces durante los años de crecimiento económico. Desde luego, lo cumplió mucho más que Alemania o que Francia. También lo cumplió Irlanda. Y sin embargo no evitó que la crisis haya sido aquí más virulenta y que por tanto, el déficit, ese gasto por encima de lo que se ingresa, se disparase cuando vinieron las vacas flacas.

Pero volvamos al compromiso de reducción de déficit. Fue el eje principal del plan de ajuste de Zapatero en mayo de 2010, cuando cedió a las imposiciones de los que más mandan en Europa: Alemania y el Banco Central Europeo, apoyado por el resto. El argumento es que había que tranquilizar a los mercados. Desde entonces, lejos de tranquilizarse, los mercados han estado cada vez más nerviosos. La ya famosa y pesada prima de riesgo (lo que paga España de más que Alemania por pedir dinero prestado) estaba entonces en 160 puntos. Decían que era mucho. Ahora está de 450 puntos para arriba.
Pues bien, ese ajuste en cifras supone que todas las Administraciones Públicas (Estados, Comunidades, Ayuntamientos, Seguridad Social) van cada año reduciendo su déficit. Este 2011 debe terminar con un déficit que equivale al 6 por ciento de todo lo que produce España, su PIB. En dinero esto supone unos 64.000 mil millones de euros.

Y sigue el compromiso con la Unión Europea: el año que viene el déficit debe reducirse más y representar el 4,4 por ciento de la producción del país (del PIB). Lo expresamos en dinero: son 47.000 millones. Se da la circunstancia de que debido a la crisis y a bajadas de impuestos anteriores ni el Estado, ni ninguna otra administración, consiguen ahora recaudar más cada año. Por ello, la reducción del déficit se hará recortando el gasto. Eso significa, que el año que viene habrá que gastar 17.000 millones de euros menos que este. Es el compromiso que Zapatero asumió con la Unión Europea y que Rajoy quiere cumplir por encima de todo. Por ciento, el Partido Popular votó en contra de estas cifras en el Parlamento cuando se presentaron en 2010. Eso le congraciaba con la opinión pública, contraria a los ajustes. Un politólogo diría que fue pura estrategia. Otro análisis más directo concluiría que...¡Vaya morro!

¿A quien le tocará hacer el recorte? Estos días no se escucha o se lee otra cosa que al Gobierno del PP. Sí, esta claro,... el PP gobierna en todas las administraciones...¿Pero al Gobierno de Rajoy? Pues no. Una lectura detallada del Programa de Estabilidad de España, que es donde figura este compromiso, señala que serán las Comunidades Autónomas las que tendrán que recortar,... y recortar incluso más. El año que viene el conjunto de las Comunidades Autónomas deberán recortar 21.000 millones de euros de sus gastos. De acuerdo con este compromiso, el Estado, al contrario, podrá incrementar su gasto en cerca de 10.000 millones de euros. Sí, sí. Es lo que se desprende del documento enviado a Bruselas. Y esto, en el supuesto, muy optimista de que los presupuestos de este año se cumplan. Y de que el año que viene los ingresos de las Administraciones Públicas no bajen. Es algo difícil, porque el Estado y las Comunidades están recaudando menos de lo que esperaban.

El Estado, las Comunidades y los Ayuntamientos gastan menos por porque se lo impuso la Unión Europea. Como gran parte de la actividad económica depende de ellos (y más ahora que las empresas y las familias gastan poco) la actividad económica se para. Y si hay menos actividad económica el paro aumenta, se recaudan menos impuestos y el Estado, Comunidades y Ayuntamientos tienen problemas para reducir el déficit. Es el círculo vicioso al que nos ha llevado el ajuste.

Y lo peor, cada vez hay menos de donde recortar. Además, la mayor parte del gasto de las Comunidades Autónomas, el 66 por ciento de todo el gasto, es para gasto social y Estado de Bienestar. Los 21.000 millones citados de recorte, es tal cantidad que podría afectar seriamente a ese gasto necesario para la mayoría de los ciudadanos.

Rajoy no es quien tendrá que emplear la tijera. Los harán otros gobernantes de Comunidades, la mayoría del partido que dirige Rajoy. Pero su gobierno es el que debe decidir si mantiene ese compromiso de recorte, lo modifica o lo retrasa. Eso es competencia del Gobierno de España. No se puede escudar en que lo decidió Zapatero.

El PP parte con una ventaja sobre el gobierno de Zapatero: la comprobación empírica de que la política de ajuste y recorte no ha servido para recuperar la economía, ni para reducir el coste de la deuda pública. Al contrario, ha provocado un hundimiento todavía mayor y una prima de riesgo cada día más alta. 

jueves, 17 de noviembre de 2011

¿CONFIANZA?....BUENO, ESO DEPENDE


Mientras Rajoy hablaba en la Cadena SER, la prima de riesgo española, la diferencia entre el interés que debe pagar por la deuda pública el de Alemania, se disparaba y llegaba a niveles tan insólitos como la falta de concreción de Rajoy.

"Cuando no se cree que las ideas tienen consecuencias, se acaba por sufrirlas".
Susan George
Le Monde Diplomatique



He escuchado a Mariano Rajoy en la Cadena SER entrevistado por Carles Francino y no doy crédito. Su falta de claridad sobre lo que va a hacer llega a límites no superados hasta ahora. Se me puede decir que esto no es novedad. Siempre ha sido así. Pero ahora no es siempre. El silencio, la inconcreción en asuntos sociales y económicos e incluso la pasividad de Mariano Rajoy se han entendido siempre como una estrategia, en parte calculada y en parte nacida de su propio temperamento. Me consta que su propio equipo alentaba esta forma exacerbada de prudencia. Todo eso podía valer como estrategia hasta que llegara la hora de la verdad. La hora de votar está próxima y en lugar de revelar lo que va a hacer, la oscuridad ha ido en aumento. Como la prima de riesgo de la deuda pública española, la falta de concreción de Rajoy, sube y sube y nada la detiene.
La situación ha llegado hasta tal punto que apenas dice una cosa e instantes después se retracta si entiende que ha dicho algo comprometido. A la pregunta de si los pensionistas debían pagar parte de las recetas, Rajoy contestó primero: “No hay que descartarlo”. Apenas unos segundos después se corregía: “No estoy porque los pensionistas paguen por los medicamentos, con franqueza”.
Incluso en asuntos menos “gordos” evita aclarar lo que va a hacer si gobierna. ¿Partidario de que se permita fumar en lugares reservados en los bares. Si o no? le pregunta Francino. La contestación: “Mire, todas las respuestas tienen sus matices, no me diga si o no, porque ese no es el tema”.
Tal es la mecánica que ha adquirido para no aclarar nada, que cuando le ha preguntado que si el responsable de economía en su gobierno sería ministro o ministra, la respuesta ha sido: “Bueno, eso depende”, para añadir que ya lo tenía decidido. Nadie le obligaba a revelarlo, bastaba con haberse negado a ello. En este caso era lo normal, pero Rajoy ha llegado a convertir la inconcreción en un tic.
Volvamos a la economía. Aunque no revela nada de lo que quiere hacer, Rajoy explica cual es su receta para la recuperación económica: la confianza. Es la receta neoliberal y se basa en la siguiente lógica: todo ha de supeditarse a que los mercados recuperen la confianza en hacer dinero, los empresarios la confianza en que van a vender o los consumidores en que podrán comprar sin quedarse sin empleo. Lo sorprendente es como entiende Rajoy que se recupera la confianza. O como dice que entiende, porque no creo que de verdad piense de manera tan simplista: “la confianza requiere bastantes cosas, por ejemplo, para mí, que haya un cambio político en España ya crea confianza. Que se nombre un gobierno serio y competente y con gente que sepa hacer su trabajo y las cosas también da confianza...
Mientras Rajoy hablaba, la prima de riesgo española, la diferencia entre el interés que debe pagar por su deuda pública y el que paga Alemania, se disparaba y llegaba a niveles tan insólitos como la falta de concreción de Rajoy. Rozaba los 490 puntos, que luego incluso superó.
En el mundo de las finanzas, los inversores, los especuladores para ser más preciso, toman sus decisiones, compran y venden acciones o títulos de deuda pública antes de que se produzca un acontecimiento que afecte a esos títulos. Por eso se les llama apuestas,...se anticipan cuando lo que va a ocurrir parece ya muy claro. Antes de que una empresa presente sus resultados, los inversores compran acciones de esa empresa, porque dan por seguro que los resultados van a ser buenos. Cuando estos se confirman ya no compran. Lo habían ya descontado, se dice en el argot inversor. El anticiparse es la clave para ganar en el mercado. Pero también contribuye a que el mercado sea peligroso, porque un exceso de apuestas en una dirección, es decir que todos quieran hacer lo mismo, provoca subidas o bajadas muy intensas de los precios de los títulos, genera burbujas.
Rajoy sabe todo esto, claro está. Y habrá comprobado que el interés de la deuda pública  española se viene disparando los últimos días de la campaña, y consecuentemente se dispara la prima de riesgo. Si leen las encuestas, los inversores en el mercado de deuda sabrán que todas coinciden en que Rajoy va a ganar las elecciones. Y que lo va a hacer por mayoría absoluta. Con esa creencia los inversores, los especuladores, están castigando a España. ¿Esa es la confianza que genera a los mercados que vaya a haber un cambio político en España y que se vaya a nombrar un gobierno serio y competente?
Naturalmente, cabe pensar que la prima de riesgo española se dispara por diversas razones, no tan simplistas y todas vinculadas a la especulación. Pero pensar en clave de mercado, en clave neoliberal y en clave de déficit y austeridad, nos lleva a la conclusión que antes he hecho.
Esto de los mercados, como la falta de claridad de Rajoy, contienen muchos sobreentendidos que se ocultan explícitamente. Se llaman más recortes, ajustes o reformas laborales.
Lo que no encaja en todo esto es la insistencia de Rajoy en que a la gente hay que decirle las cosas de verdad. O al menos por ahora. Y es que ya lo dijo su número dos, María Dolores de Cospedal: van a protestar mucho cuando el Gobierno diga todo lo que hay que hacer para sacar el país adelante. Eso queda para después de las elecciones.

lunes, 14 de noviembre de 2011

PROHIBIDO QUEJARSE, BAJO MULTA DE PRIMA DE RIESGO.

La dinámica, sube la deuda pública,...se hace un ajuste,...sube aun más la deuda y pido el rescate con más ajuste,...y vuelve a subir aun más la deuda, ha persistido desde que la Unión Europea optó por la solución griega.

De lo único que tenemos que tener miedo es del miedo mismo.
F.D. Roosevelt


Llevamos unos días que las noticias económicas producen angustia. No ya malestar. Eso era antes. Ha pasado tanto tiempo, que el malestar se ha trastocado sólo en miedo. De tal manera se cuentan las cosas, que expresar malestar parecería imprudente: cualquier gesto puede provocar un aumento de la prima de riesgo.

El pasado 28 de noviembre la Encuesta de Población Activa confirmó que sigue la sangría del paro, que afecta a casi cinco millones de personas. El pasado viernes supimos que en el tercer trimestre, el de verano, con el turismo y todo, la economía española se estancó, no creció nada. En las dos semanas que hay en medio de ambas noticias no hemos vivido más que sobresaltos: dejemos pues lo auténticamente grave, para adentrarnos en una truculencia casi onírica.

Papandreu en Grecia se aventuró en convocar un referéndum para preguntar a los griegos si querían hacer nuevos sacrificios a cambio de que les presten dinero (eso es el plan de rescate). Hubo casi unanimidad: Europa se iría al traste si a los griegos se les dejaba decidir sobre el grado de sacrificios que los griegos deben hacer. Todo muy lógico. Ni Atila tuvo la capacidad de destrucción que ahora se otorga a los griegos. Hoy ya no queda ni referéndum, ni Papandreu. Eso indica que la capacidad de destrucción está en otro sitio.

Los principales gobernantes del mundo, de los países que integran el G-20, se reunieron el 3 y 4 de noviembre en Cannes. Debían adoptar soluciones a la crisis. Desde 2008 iba a ser el directorio económico mundial. De él saldría la regulación financiera que acabaría con los excesos que llevaron al hundimiento. Y todavía estamos esperando. Esta vez, en la sexta cumbre, decían que el programa era ambicioso: se incluía entre las propuestas implantar un impuesto mundial a las transacciones financieras internacionales. Pero nada,...se cruzó lo de Grecia y su inoportuno referéndum. Los gobernantes del mundo se turbaron de tal manera que no pudieron sacar adelante nada de importancia. Y encima, allí estaba Berlusconi, para complicarlo todo con su presencia.

Nuevo susto: ahora es Italia. Su deuda pública es la que cae en picado, con lo que el interés de la misma se ha disparado. Lo explico: por ejemplo, un título de deuda vale 1000 euros y recibe un interés de 50 euros. Tiene un tipo de interés del 5 por ciento. Si quien tiene ese título lo vende en el mercado y le dan sólo 800 euros, el nuevo propietario, al cobrar los 50 euros de interés, obtiene y una rentabilidad del 6,25 por ciento.

La prima de riesgo italiana, la diferencia entre el interés que debe pagar por su deuda y la de Alemania, ha llegado al nivel que tuvieron Grecia, Irlanda y Portugal, cuando las rescataron. (ahora estos países tienen una prima de riesgo claramente más elevada, por lo bien que les ha ido el rescate). La lógica económica, el sentido común, dice que un país debe ser rescatado (debe recibir préstamos del fondo europeo, del FEEF, a cambio de fuertes ajustes) si no tiene dinero para pagar. Depende pues, no sólo del tipo de interés de su deuda y de la cantidad de deuda, sino de algo más importante: su capacidad de pago. Pero la lógica especulativa del mercado dice que puede ir al rescate cuando llegue a ese listón. Y si lo dice la lógica de los que especulan, no hay más que hablar: estos venden en masa deuda italiana, con lo que su interés sube. E Italia, cuando saca a la venta nuevos títulos de deuda debe dar ese interés más elevado si quiere que se la compren.

La dinámica, sube la deuda pública,...se hace un ajuste,...sube aun más la deuda y pido el rescate con más ajuste,...y vuelve a subir aun más la deuda, ha persistido desde que la Unión Europea optó por la solución griega. Ahora la cultura popular asocia el rescate con “el doctor muerte”, en lugar de con una medicina para sanar.

El primer ministro italiano Silvio Berlusconi ha gobernado durante años toreando a la justicia pese a estar imputado en tres causas y ser investigado por otras dos. Era un escándalo con el que convivía. Ahora, por algo completamente distinto: la crisis y la especulación sobre la deuda pública, se ha va visto obligado a dimitir. Salvando las distancias, el caso recuerda al de Al Capone, perseguido infructuosamente por la justicia, pese a su actividad criminal, y cazado por fraude al fisco, lo que le supuso la cárcel y el fin de su carrera como gánster.

Pero a mí me suscita más inquietud las soluciones que se dan a la crisis política en los dos países citados: Grecia e Italia. Han recurrido a tecnócratas como primeros ministros para afrontar el lío en que están metidos. En Grecia, donde consultar al ciudadano ha resultado un pecado, va a ser miembro del gobierno un político de extrema derecha. Y en Italia Berlusconi se va y con él puede desmoronarse la primera fuerza política del país, creada como partido clientelar a su servicio. Y no se convocan elecciones. Inquieta, pero no extraña. Sobre todo cuando leo las palabras pronunciadas por el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy el pasado viernes en Florencia justo antes de que el Senado Italiano aprobase el nuevo plan de ajuste: “Un voto positivo al paquete, eso es lo que los mercados esperan...el país necesita reformas no elecciones”.

Es el lado oscuro del rescate y el que da más miedo. Lo mejor es no tratar de entender nada. Dar por cierto que los griegos son lo peor de lo peor en esto de la economía y confiar en las mismas recetas que nos han llevado al desastre. De lo contrario, la población será nuevamente castigada con un aumento de la prima de riesgo, que es la antesala de un rescate.  

jueves, 3 de noviembre de 2011

¿Y SI GRECIA DIJERA NO?

En año y medio de hacer el ajuste que le impuso la Alemania, la situación se ha transformado de muy difícil en desesperada para Grecia. Ello, después de pasar por allí “la mano salvadora del rescate”.


Desprecia la razón y la ciencia, supremo recurso y esperanza del hombre; deja que la mentira te alucine y te extravíe con sus ilusiones y hechizos, y habrás caído en mi poder sin condición alguna”.
Mefistófeles.
J.W. Goethe.
Fausto



Comentaristas políticos... y los políticos mismos, vienen lamentándose desde hace algún tiempo del dominio que ejercen los mercados sobre la democracia, a la que han llegado a suplantar. También constatan con preocupación el descrédito de los partidos políticos y de sus dirigentes por haber cedido a esa suplantación de los mercados. Es una de las razones que explicarían la desafección de los ciudadanos hacia los políticos.

Es sorprendente que, cuando por primera vez en la Unión Europea desde que comenzó la crisis se convoca a unos ciudadanos para que decidan directamente sobre algo relacionado con los mercados, esos mismos comentaristas y políticos se lleven las manos a la cabeza.

Nada más anunciarse la convocatoria del referéndum en Grecia, las bolsas se desplomaron y el sobreprecio que hay que pagar por nuestra deuda pública en relación a la alemana, la prima riesgo, volvió a elevarse. Es un fenómeno que se repite cuando pasa algo importante, y muchas otras veces que no pasa nada. Básicamente, es el mecanismo por el que los especuladores ganan o pierden dinero. Los inversores que no lo son, no están comprando y vendiendo todo el santo día. Lo que no deja de asombrar es la preocupación de los ciudadanos por la salud financiera de los especuladores.

Pero volvamos a Grecia ¿Por qué habrá decidido Papandreu convocar un referéndum? Dos razones le podrían haber llevado a ello. La primera: una huida hacia adelante para superar su descrédito político que podría acarrearle la pérdida del poder. Si ganase el referéndum se salvaría. La segunda: su intención de forzar a la Unión Europea, mejor dicho a Alemania,...y a Francia (los demás no cuentan para nada) a que rebajen las durísimas condiciones impuestas a Grecia. En ambos casos, el referéndum no dejaría de ser una estratagema ¿Pero importa eso mucho para analizar la realidad de lo que le está ocurriendo a Grecia? Veamos.

Grecia estaba en una situación muy difícil hace año y medio cuando sufrió su primer rescate: El interés que tenía que pagar por pedir dinero prestado, por sus bonos a 10 años, era del 8 por ciento. Esto era antes de que la Eurozona hiciera nada, ni obligase a Grecia al plan de ajuste. Ahora, no puede siquiera pedir prestado a 10 años, porque nadie le prestaría a tan largo plazo (la última vez que lo hizo fue justo antes de su rescate). Y los bonos griegos que ya estaban en el mercado han alcanzado hace ya tiempo un interés de 25 por ciento. Tras año y medio de hacer el ajuste que le impuso  Alemania, su economía ha pasado de caer el 2 por ciento en 2009 a hundirse con una caía de 7,34 por ciento a mitad de este año. Cuando llegó el rescate, el 12 por ciento de los griegos estaba en paro. Ahora, el paro alcanza al 16,5 por ciento de la población activa. Y lo que es más sangrante: todo esto para que ahora Grecia no tenga dinero para devolver la deuda. La situación muy difícil se ha transformado en desesperada para Grecia y difícil para el euro tras pasar por allí “la mano salvadora del rescate”.

Hoy es muy probable que desde Papandreu hasta Merkel firmarían un interés de la deuda griega como la que había antes de su actuación. Porque la necesidad de un segundo rescate dejó claro que el primero había fracasado.

Con la alarma desatada por el anuncio del referéndum se han descrito salidas apocalípticas: Grecia fuera del euro, contagio a otras economías, como la española, o la italiana que arrastrarían, con su gran peso, a toda la zona euro. Sólo hay una solución, parece decirse: que no haya referéndum, o si lo hay, que se plantee pronto y de tal manera que Grecia acepte el rescate. Si no es así el desastre es inevitable para Grecia y por arrastre para toda Europa. Observemos que siempre se dice que “acepte el rescate”. Es algo así como si los griegos se empecinasen de forma absurda en rechazar el dinero que que con gran sacrificio les presta (no les regala) el resto de Europa.

Lo que lo griegos podrían rechazar es el ajuste que deben realizar a cambio: despido de 150.000 empleados públicos, reducción de las pensiones de un 20 a un 40 por ciento, bajadas de salarios para los funcionarios, recorte de prestaciones sociales o subidas de impuestos. Y se trata del segundo gran sacrificio para los griegos de a pie. Es un ajuste que condena además a Grecia a no crecer. Y si no crece no podrá pagar su deuda.

¿Nada más se puede hacer? Si la situación es tan desesperada para Europa ¿No cabría también no obligar a Grecia al duro ajuste que la puede hundir aun más?

Nada de eso. De momento, Alemania y Francia (los demás ni cuentan) han decidido bloquear los 8.000 millones que aun debían pagar del primer rescate. Parece el comienzo del chantaje.