"El secreto de ser aburrido es decirlo todo"

Voltaire.

lunes, 14 de noviembre de 2011

PROHIBIDO QUEJARSE, BAJO MULTA DE PRIMA DE RIESGO.

La dinámica, sube la deuda pública,...se hace un ajuste,...sube aun más la deuda y pido el rescate con más ajuste,...y vuelve a subir aun más la deuda, ha persistido desde que la Unión Europea optó por la solución griega.

De lo único que tenemos que tener miedo es del miedo mismo.
F.D. Roosevelt


Llevamos unos días que las noticias económicas producen angustia. No ya malestar. Eso era antes. Ha pasado tanto tiempo, que el malestar se ha trastocado sólo en miedo. De tal manera se cuentan las cosas, que expresar malestar parecería imprudente: cualquier gesto puede provocar un aumento de la prima de riesgo.

El pasado 28 de noviembre la Encuesta de Población Activa confirmó que sigue la sangría del paro, que afecta a casi cinco millones de personas. El pasado viernes supimos que en el tercer trimestre, el de verano, con el turismo y todo, la economía española se estancó, no creció nada. En las dos semanas que hay en medio de ambas noticias no hemos vivido más que sobresaltos: dejemos pues lo auténticamente grave, para adentrarnos en una truculencia casi onírica.

Papandreu en Grecia se aventuró en convocar un referéndum para preguntar a los griegos si querían hacer nuevos sacrificios a cambio de que les presten dinero (eso es el plan de rescate). Hubo casi unanimidad: Europa se iría al traste si a los griegos se les dejaba decidir sobre el grado de sacrificios que los griegos deben hacer. Todo muy lógico. Ni Atila tuvo la capacidad de destrucción que ahora se otorga a los griegos. Hoy ya no queda ni referéndum, ni Papandreu. Eso indica que la capacidad de destrucción está en otro sitio.

Los principales gobernantes del mundo, de los países que integran el G-20, se reunieron el 3 y 4 de noviembre en Cannes. Debían adoptar soluciones a la crisis. Desde 2008 iba a ser el directorio económico mundial. De él saldría la regulación financiera que acabaría con los excesos que llevaron al hundimiento. Y todavía estamos esperando. Esta vez, en la sexta cumbre, decían que el programa era ambicioso: se incluía entre las propuestas implantar un impuesto mundial a las transacciones financieras internacionales. Pero nada,...se cruzó lo de Grecia y su inoportuno referéndum. Los gobernantes del mundo se turbaron de tal manera que no pudieron sacar adelante nada de importancia. Y encima, allí estaba Berlusconi, para complicarlo todo con su presencia.

Nuevo susto: ahora es Italia. Su deuda pública es la que cae en picado, con lo que el interés de la misma se ha disparado. Lo explico: por ejemplo, un título de deuda vale 1000 euros y recibe un interés de 50 euros. Tiene un tipo de interés del 5 por ciento. Si quien tiene ese título lo vende en el mercado y le dan sólo 800 euros, el nuevo propietario, al cobrar los 50 euros de interés, obtiene y una rentabilidad del 6,25 por ciento.

La prima de riesgo italiana, la diferencia entre el interés que debe pagar por su deuda y la de Alemania, ha llegado al nivel que tuvieron Grecia, Irlanda y Portugal, cuando las rescataron. (ahora estos países tienen una prima de riesgo claramente más elevada, por lo bien que les ha ido el rescate). La lógica económica, el sentido común, dice que un país debe ser rescatado (debe recibir préstamos del fondo europeo, del FEEF, a cambio de fuertes ajustes) si no tiene dinero para pagar. Depende pues, no sólo del tipo de interés de su deuda y de la cantidad de deuda, sino de algo más importante: su capacidad de pago. Pero la lógica especulativa del mercado dice que puede ir al rescate cuando llegue a ese listón. Y si lo dice la lógica de los que especulan, no hay más que hablar: estos venden en masa deuda italiana, con lo que su interés sube. E Italia, cuando saca a la venta nuevos títulos de deuda debe dar ese interés más elevado si quiere que se la compren.

La dinámica, sube la deuda pública,...se hace un ajuste,...sube aun más la deuda y pido el rescate con más ajuste,...y vuelve a subir aun más la deuda, ha persistido desde que la Unión Europea optó por la solución griega. Ahora la cultura popular asocia el rescate con “el doctor muerte”, en lugar de con una medicina para sanar.

El primer ministro italiano Silvio Berlusconi ha gobernado durante años toreando a la justicia pese a estar imputado en tres causas y ser investigado por otras dos. Era un escándalo con el que convivía. Ahora, por algo completamente distinto: la crisis y la especulación sobre la deuda pública, se ha va visto obligado a dimitir. Salvando las distancias, el caso recuerda al de Al Capone, perseguido infructuosamente por la justicia, pese a su actividad criminal, y cazado por fraude al fisco, lo que le supuso la cárcel y el fin de su carrera como gánster.

Pero a mí me suscita más inquietud las soluciones que se dan a la crisis política en los dos países citados: Grecia e Italia. Han recurrido a tecnócratas como primeros ministros para afrontar el lío en que están metidos. En Grecia, donde consultar al ciudadano ha resultado un pecado, va a ser miembro del gobierno un político de extrema derecha. Y en Italia Berlusconi se va y con él puede desmoronarse la primera fuerza política del país, creada como partido clientelar a su servicio. Y no se convocan elecciones. Inquieta, pero no extraña. Sobre todo cuando leo las palabras pronunciadas por el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy el pasado viernes en Florencia justo antes de que el Senado Italiano aprobase el nuevo plan de ajuste: “Un voto positivo al paquete, eso es lo que los mercados esperan...el país necesita reformas no elecciones”.

Es el lado oscuro del rescate y el que da más miedo. Lo mejor es no tratar de entender nada. Dar por cierto que los griegos son lo peor de lo peor en esto de la economía y confiar en las mismas recetas que nos han llevado al desastre. De lo contrario, la población será nuevamente castigada con un aumento de la prima de riesgo, que es la antesala de un rescate.  

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