"El secreto de ser aburrido es decirlo todo"

Voltaire.

martes, 8 de diciembre de 2015

PARA NO OLVIDAR.

Lo que ha caracterizado esta legislatura es el intento de aprovechar la crisis para cambiar el modelo de relaciones económicas y sociales, por otro a la medida de los más ricos. Creo además que en gran parte se ha  conseguido. Un cambio radical, y sin pacto con los ciudadanos, del modelo que nos habíamos dado.
“deja que la mentira te alucine y te extravíe con sus ilusiones y hechizos, y habrás caído en mi poder sin condición alguna”. 
 Mefistófeles. Fausto. Goethe.

No hace mucho escuché a Jordi Sevilla, el principal asesor económico del secretario general del PSOE, describir los cuatro años de gobierno de Rajoy como “una legislatura para olvidar”.  Lo hacía para descalificar la política económica aplicada por el PP. Pero a mí me sirve para exponer un argumento. Desde luego la legislatura del gobierno de Rajoy no es para olvidar, sino todo lo contrario.

Podría haberse tratado de una legislatura con políticas erráticas, que empeorasen la situación económica o de una acción de gobierno simplemente equivocada. Las autoridades podían haberse mostrado incapaces. O tomado decisiones duras o injustas para el ciudadano. Esos serían ingredientes que harían de una legislatura algo para olvidar.
 
La verdad es que de todo eso ha habido,  pero no es eso lo que ha caracterizado la actuación económica del Gobierno de Rajoy. Es algo más preocupante.   Lo que ha caracterizado  la legislatura del PP es el intento de aprovechar la crisis para cambiar el modelo de relaciones económicas y sociales vigente hasta hace poco.  Creo además que en gran medida lo ha conseguido. Lo ha cambiado por otro a la medida del ideario de una parte, y no la más numerosa, de la sociedad. La que integra a los más favorecidos, a los más ricos.

Toda sociedad se debate en un conjunto de intereses contrapuestos. Y si la observamos con cierta perspectiva, podemos agrupar esos intereses en lo económico, de una parte,  en los de los afortunados  y poderosos, y, de otra en los que dependen únicamente de su trabajo para salir adelante.  Una sociedad moderna y democrática se caracteriza no simplemente por el derecho a votar cada cierto tiempo, sino porque se construye mediante un pacto entre esas dos partes con intereses contrapuestos.
Las crisis económicas, tan demoledoras como la que se desató a partir de 2008, ponen en tensión a las sociedades y suelen conllevar un cambio profundo de las relaciones económicas y sociales. Estos cambios, inevitables y necesarios,  pueden hacerse mediante un nuevo pacto integrador o mediante la imposición de una parte sobre la otra. Esto último es lo que ha significado la presente legislatura.

Sin remedio nos hemos encontrado con otro modelo que nadie anunció. Hay que recordar que lo hecho por Rajoy y su Gobierno fue ocultado en la campaña electoral de 2011. Por eso, no es accesorio el que, como el mismo Rajoy reconoció, no haya cumplido su programa. O mejor, que haya aplicado un programa que ocultó a los electores.

Se dice que es una práctica habitual incumplir los programas. Esto es censurable. Pero la gravedad es mucho menor, cuando la política aplicada en lugar del programa  no cambia el modelo económico y social, no altera el pacto. Basta con castigar a ese partido cuando llegan a las elecciones, olvidar su acción de gobierno tramposa y aplicar otra. Aquí no ha ocurrido eso, sino un cambio radical, y sin pacto con los ciudadanos, del modelo que nos habíamos dado.

Podemos también descender a resultados más tangibles.  A comprobar la eficacia de esa acción de gobierno.  Desde dos puntos de vista.

El primero ¿han sido eficaces las medidas adoptadas? Para los que querían un mundo laboral donde poner a un trabajador en la calle costara mucho menos o para los que deseaban solventar los problemas empresariales por la simple vía de pagar menos a los trabajadores, las medidas han sido muy eficaces.  Para los que aspiraban a hacerse por “cuatro perras” con una parte importante de las cajas de ahorros saneadas con el dinero de los ciudadanos, han sido más eficaces si cabe. O para los que no quieren que con sus impuestos se gaste bastante en la sanidad de todos y en la educación de todos, las medidas  también han sido muy eficaces. Desde que se restauró la democracia nunca se han visto en otra.

Pero hay otro punto de vista. ¿El abaratamiento del despido es eficaz? Desde luego no lo es para los 15 millones de asalariados. Pero tampoco lo es para los que están en paro, muchos de los cuales viven precisamente de la indemnización que cobraron, ellos o sus padres. Tampoco lo es para los autónomos, que  se ganan la vida vendiendo o prestando sus servicios a los asalariados, que dependen de su sueldo…y de su indemnización como sistema de salvaguarda. Ni siquiera es eficaz para el banco que prestó dinero a un asalariado. Bien mirado, para el banco, el derecho del trabajador  a cobrar una indemnización, es un aval de  la recuperación del crédito, probablemente la mayor de las garantías crediticias que tienen los bancos entre sus clientes de a pie.

Y podemos seguir. ¿Es eficaz bajar los salarios? Para el empresario que los baja, es posible. Pero para el empresario de enfrente, que vende o presta un servicio al asalariado que ha visto reducir su nómina no lo es. Los argumentos simplistas y cortoplacistas sobre bajadas de salarios, congelación de pensiones, reducción de gastos públicos no tienen en cuenta que lo que uno no gasta es lo que otro no ingresa. Y una reducción de los salarios provoca  una reducción del gasto o un endeudamiento del asalariado para gastar. Ese es el efecto que causa la política de austeridad.

Se argumenta que las bajadas de los salarios lo son para ganar competitividad frente al exterior. Pero no se dice que sólo el 32 por ciento de lo que se produce en España se vende a los de fuera, ya sean productos o servicios como el turismo. Además,  esa bajada, si es completa debería ir acompañada de una bajada también de lo que ganan las empresas, que es otra parte de lo que cuesta producir un bien o prestar un servicio.  Y se da la circunstancia de que, en los cuatro últimos años,  el conjunto de los salarios ha registrado una bajada del 7 por ciento, mientras que el conjunto de las ganancias empresariales ha registrado una subida del uno.

Vamos más al detalle. Al debate sobre la mejora de la economía. Para ello se compara cuanto crece ahora la economía española: ese 3,4  por ciento, frente al mismo trimestre de  2011, cuando caía el 1,2 por ciento. Es la forma en que se presenta  el asunto. Pero lo cierto es que el PIB, la actividad económica entonces, era mayor que ahora. ¿Por qué sube pues tanto la economía? Pues porque se compara con un nivel muy bajo, el del año pasado.  Lo mismo ocurre con otros datos económicos. ¿Por qué ahora no se destruye empleo o, cuando ocurre, no se destruye tanto como antes? Pues porque no se puede destruir el empleo que ya no existe, simplemente.

La actividad económica es acumulativa,  como casi todo en la vida. Cuando alguien carece de lo necesario, pongamos por caso, durante un mes, su vida se deteriora. Cuando lleva así tres años, el deterioro es 36 veces mayor. Y si durante un mes vuelve a disponer de algo, su vida no vuelve al punto inicial, sino que el deterioro será todavía 35 veces mayor que cuando fue privado de lo que necesitaba.

Todas estas cosas explican también la diferente percepción que tiene la mayoría de la gente respecto al mensaje que machaconamente transmiten Rajoy y su equipo.


En fin, para no olvidar.

domingo, 1 de noviembre de 2015

PRESTAR CON DINERO AJENO.

¿Prestarían los bancos dinero a un cliente con el que hubiesen tenido una mala experiencia? Cada año  dos millones de parados se ven obligados a prestar a  los bancos más de 20.000 millones  de euros aunque hayan tenido malas experiencias con ellos. No son los únicos.   
Si los tártaros invadiesen hoy Europa, resultaría difícil hacerles comprender lo que es entre nosotros un financiero”.
                          El espíritu de las leyes.
                          Montesquieu.

Esto de los bancos es muy complicado. Lo es para cualquiera, incluso para los propios responsables de los bancos. Y para los que tienen que vigilar que funcionen bien. Tanto es así, que a partir de 2008 se dieron cuenta de que muchas de las entidades no tenían lo que creían y todo estuvo a punto de venirse a pique.  Así habría sido, si no fuera porque los ciudadanos pagaron de su bolsillo común, el Estado, lo que les faltaba. Lo de los bancos es tan complicado que, a  lo mejor por eso, casi nadie se mete a analizar su  naturaleza. Están ahí, para lo bueno y para lo malo, como el sol  o la lluvia, pongamos por caso, que casi nadie se pone a pensar que hacen, dando calor o empapándonos la gabardina.  Pero, al menos en lo que a los bancos se refiere, hay cosas que tirando del hilo podemos ir entendiendo.
Por ejemplo, hace pocos días escuché por la radio la voz de una mujer, en paro, que se negaba a abrir una cuenta en un banco para cobrar a través de ella la prestación por desempleo. Había tenido muy malas experiencias con la banca y no quería darles “ni la hora”. Los responsables de su oficina de empleo no aceptaron tal argumento. Si quería cobrar el dinero del paro tenía que darles los datos de una cuenta bancaria.  Parece ser que esta obligación, que impone el Servicio Público de Empleo, no es tal. Alguna sentencia de un Tribunal Superior de Justicia ya lo ha dicho.
Veamos la cosa de otro modo. Cuando esa mujer en paro, o cualquier otra persona, mete el dinero en un banco  está prestando ese dinero a la entidad durante el tiempo que lo tenga allí depositado. Y no es sólo una forma de hablar. Ese dinero que recibe la entidad bancaria en depósito lo presta a su vez a otra persona, a la que cobra un interés por ello. Por ejemplo, ese dinero del paro, pongamos que eran 800 euros cada mes. ¿Cuánto recibirá  la desempleada por prestarle el dinero al banco?  Pues si lo tiene allí a la vista, para sacarlo cuando quiera, y aguantase un año, el banco le pagará un interés de un euro con doce céntimos: el 0,14 por ciento según datos del Banco de España. La entidad bancaria le presta esos 800 euros a un cliente para comprarse un coche. El banco recibirá en un año 36 euros con dieciséis céntimos, el 4,52 por ciento. Total, el banco ganaría con esos 800 euros de la parada, no del banco,  treinta y cinco euros.
Claro, esto no es mucho. Además, seguro que la parada no dejará allí sus 800 euros un año. Los necesitará para vivir. Pero el secreto en economía es trabajar a gran escala.  Por vender una camiseta de algodón apenas se gana un poco de dinero. Pero por vender cientos de millones de camisetas, uno puede llegar a ser el hombre más rico del mundo. Y al banco llegarán diariamente millares de transferencias de 800 euros, con los que puede dar centenares de préstamos.
En 2014 más de dos millones de parados cobraron del Servicio Público de Empleo por encima  de 20.000 millones de euros. Todos, salvo esa mujer airada, habrán metido en un primer momento ese dinero en un banco. No les queda otra. Si trasladamos el supuesto anterior a esta cifra, resulta que todos los parados recibirán 28 millones de euros de los bancos si les prestan ese  dinero todo un año. Y los bancos cobrarán por prestar la misma cantidad a sus clientes 904 millones. Habrán ganado 876 millones con un dinero que no es suyo.
Nada hay de extraño. Ya se sabe, es la base de su negocio. Pero hay detalles que se escapan a todos, menos a esa mujer parada, que se plantó. Los bancos prestan el dinero al que quieren. Nadie les dice que tienen que prestar. No están obligados. Lo hacen para ganar dinero. Pero de la otra parte, los parados en este caso, tienen inevitablemente que prestar su dinero a los bancos. ¿Prestarían los bancos dinero a un cliente con el que hubiesen tenido una mala experiencia? Lógico es pensar que no. ¿Prestan dinero los parados a los bancos aunque hayan tenido malas experiencias con ellos? Es evidente que se ven obligados a hacerlo.
Puede argumentarse que el banco le hace un servicio al parado al guardarle el dinero. Así es, pero por ello le cobra una cantidad: son las comisiones. Por ejemplo, un importante banco español, cobra por tener una cuenta corriente (esa que le exige el Servicio Público de Empleo a la desempleada para la prestación) 48 euros al año. Siguiendo con el ejemplo,  se concluye que recibirá 1,12 euros en un ejercicio y deberá pagar al banco 48 euros. Total: el banco recibe 800 euros prestados con los que va a ganar, no sólo 33,16 euros al prestarle ese dinero a otra persona, sino también 48 euros de la desempleada por la cuenta que se ve obligada a abrir.

El caso puede extenderse realmente a todo. Hay muchísimas cosas que tienen que cobrarse o pagarse a través de un banco: la nómina, el recibo de la luz, el del gas o el abono a un club de fútbol, por citar unos pocos. Está claro que la sociedad actual no puede funcionar si no hay una red de pago y cobro organizada. Tampoco una ciudad puede funcionar si no hay calles por las que trasladarse. Pero, por el momento, las calles son de todos, son un bien público, y los bancos tienen dueños privados. Por ellos circula prácticamente todo el dinero que tiene la gente y lo que ganan con él es para ellos. 

Además, con tanto dinero se  pueden hacer muchas cosas, aparte de prestarlo para ganar más dinero. Pueden, por ejemplo pagar a centros de pensamiento económico que defiendan sus intereses,  o ayudar a partidos políticos. Claro, el dinero no está para tirarlo. Hay que saber en qué se gasta y para qué se gasta. Lo dice el más elemental principio de buena administración.  Por ejemplo, he escuchado muchas veces a economistas expertos que sostienen que los parados encontrarían mejor empleo si no se les pagase tanto por estar sin trabajo. Esto, aunque haya otros dos millones de parados que no cobran un euro de ayuda y tampoco encuentra empleo. Pero nunca les he  oído que expliquen que los bancos consiguen una parte de su  dinero gracias a que los  parados, y los que pueden llegar a serlo, les han prestado antes quieran o no.

domingo, 4 de octubre de 2015

UNO PARA TI, VEINTICUATRO PARA MÍ.

La remuneración media de los consejeros de administración de las empresas del Ibex es 24 veces superior al salario de los trabajadores de las grandes empresas. Y el año pasado se incrementó el 25 por ciento.
“Sabido es que la Fortuna suele ser la más traidora de las diosas con aquellos mismos que favoreció demasiado”.
Benito Pérez Galdós. Episodios Nacionales.

No hay duda de que la suerte no está bien repartida.  A unos les llega más que a otros, según la rueda de la fortuna. No, no me refiero a fortuna en su primera acepción del Diccionario de la Real Academia: “Encadenamiento de los sucesos, considerado como fortuito”. Empleo esa palabra en su acepción quinta del mismo diccionario: “Hacienda, capital, caudal”.

Por ejemplo, dos personas. A ambas les ha sonreído la suerte.

Comienza la nueva temporada y una mujer, pongamos de 35 años, que llevaba 26 meses sin empleo, lo encuentra. Antes era auxiliar administrativa. Ahora comenzará a trabajar como cajera en un supermercado. Lo hará a tiempo completo, ocho horas de jornada laboral. Su contrato es temporal, pero para una larga temporada, dos años. Cobrará el salario mínimo: 9.080 euros al año en 14 pagas. Le saldrá a 4 euros con 30 céntimos la hora trabajada.

En un Consejo de Administración de una empresa importante, entre las 35 del Ibex, las más destacadas de las que cotizan en bolsa, ha quedado una vacante. Su presidente se pone en contacto con un hombre al que ya conoce. Tiene 56 años. Es licenciado en derecho, trabajó en la Administración, ocupó cargos en dos compañías, con resultado desigual e hizo sus pinitos en la política. Ahora le ofrece el puesto de consejero independiente. No será un puesto muy relevante a esos niveles. No ocupará funciones ejecutivas. Recibirá información pormenorizada de la marcha de la empresa y acudirá una vez al mes a la reunión del Consejo. Es una tarde larga: cuatro horas de sesión. Cada dos meses le tocará otra reunión de una comisión delegada, más o menos lo mismo que la anterior. El puesto es en principio para dos años, renovables. Cobrará 175.000 euros al año. Le saldrá a 2.083 euros con 33 céntimos la hora.

Está claro, la suerte les ha sonreído a los dos. Pero no la fortuna.  El nuevo consejero de una empresa del Ibex cobrará 484 veces más por hora trabajada que la cajera recién salida del paro. Los personajes, claro, son ficticios, pero los datos no son inventados. El sueldo de la cajera es el Salario Mínimo Interprofesional  en España este año. El otro  es la remuneración media que percibieron en 2014 los consejeros no ejecutivos, los que se limitan a asistir a las reuniones, de las empresas del Ibex. Figura en el Informe anual de remuneraciones de los consejeros de las sociedades cotizadas, correspondiente a 2014, publicado el pasado 30 de septiembre por la Comisión Nacional del Mercado de Valores.

Son dos supuestos de lo que puede dar de sí el trabajo remunerado en España. La condición humana de ambos es sin embargo la misma, los dos comen, se visten, tienen hijos que mantener y deseos que satisfacer. También es igual su teórica condición ciudadana: los dos deberían disfrutar de los mismos derechos.
Pero vamos más al detalle y a analizar situaciones más comunes. El consejero citado no disfruta del mejor de los sueldos en el universo del Ibex. Antes al contrario. Está en el rango más bajo por lo que se lleva al bolsillo. Si incluimos a todos los consejeros de administración, también a los ejecutivos, los que trabajan cada día, el salario medio cobrado en 2014 alcanzó los 613.000 euros al año. Tuvieron también suerte, qué digo suerte, fortuna. El año pasado esa remuneración se incrementó un 25 por ciento respecto a 2013. Para comparar, el salario medio en España fue de 22.600 euros, y en lugar de aumentar, registró un estancamiento, bajó ligeramente, un 0,5 por ciento.

En las grandes empresas el salario medio en España es un poco más elevado. Fue de 26.000 euros el pasado año. Este dato nos sirve para comparar que por cada euro que gana un empleado, el consejero de administración se lleva 24. Esto incluye a los consejeros que trabajan día a día, los ejecutivos, y a los que van sólo a la reunión mensual, en algún caso para aburrirse, como explicó por propia experiencia Felipe González, durante su paso por el Consejo de Administración de Gas Natural. Por no aburrirse y dedicarse a llevar la empresa, los consejeros ejecutivos ganan mucho más: por término medio, 2.725.000 euros. Es decir, 104 veces más que lo que recibe la media de los trabajadores de las grandes empresas.

¿Qué es lo que explica que los Consejeros de las empresas más importantes ganen tanto en relación a sus empleados? ¿Cómo es posible que, en un mismo año, mientras la remuneración de los trabajadores de las grandes empresas se haya estancado o incluso bajado,  la de los consejeros de administración haya subido un 25 por ciento?  Las compañías lo justifican sobre todo con dos frases, que recoge el informe citado. La primera, “Atraer, retener y motivar a los mejores consejeros”. La segunda, “Mantener la competitividad en el mercado retributivo”. Para cualquier cosa que se haga en la vida se pueden elaborar  explicaciones.

Lo cierto es que falta una aclaración importante, que puede ayudar a explicarlo ¿Quién decide las retribuciones de los miembros de un consejo de administración? La respuesta es sencilla: el propio consejo de administración. En pura teoría, la junta de accionistas aprueba la política de remuneraciones, en algún caso con cifras límite para el conjunto del consejo. Pero es este el que hace esa propuesta a una junta   que controla y el que luego distribuye el dinero ¿Es el consejo dueño de la compañía? No exactamente. Por término medio, el 60 por ciento de las acciones, esto es, de la propiedad de las compañías del Ibex, son de inversores diversos, que compran y venden en bolsa, desde un particular a un fondo de inversión. Otro 33 por ciento de la propiedad es de accionistas significativos, conocidos, pero que no pertenecen ni están representados en el consejo de administración. Total, el 93 por ciento.

¿A alguien le cabe alguna duda de que si la cajera recién salida del paro pudiera fijar su propio sueldo este superaría con creces el salario mínimo? Incluso de sonreírle la suerte, podría pasar a sonreírle la fortuna.

jueves, 24 de septiembre de 2015

CATALUÑA SIN FRONTERAS.

El principal riesgo de la  independencia de Cataluña no es económico. Está en  la forma en que se ha abordado el problema. Se llama intolerancia y es el paso previo a fomentar el desprecio al otro o el odio.
“El sentido común siempre habla con retraso”. Raymond Chadler. Playback.
Escribir sobre la posibilidad de una Cataluña independiente es complicado. Intervienen tal cantidad de factores que se hace difícil dar una explicación sobre las razones que han llevado al auge espectacular del independentismo. Y mucho más difícil aún aventurar las consecuencias de la secesión, tanto para Cataluña como para el conjunto de España. Pero lo voy a intentar.

Lo primero. Hasta la presente legislatura, la que llevó al poder al PP a finales de 2011, el independentismo no fue la opción más elegida de los catalanes. Las encuestas que hace cada tres meses el Centre d’Estudis d’Opinió de la Generalitat de Catalunya así lo revelan. Según estas, el fuerte incremento a favor de la independencia tiene dos fases. Una menos pronunciada, que coincide con el comienzo de la crisis económica y que se acentúa en el momento en que el gobierno de Zapatero apuesta por los ajustes y  la austeridad. Y la otra,  una auténtica escalada secesionista, cuando llegan los más duros recortes impuestos por Rajoy. Esto lleva a pensar que el auge del independentismo catalán es hijo de la crisis económica, y más que eso, de la forma  en que se afrontó la crisis: recortes y pérdidas de derechos sociales. El desapego al Estado vigente, que se manifestó en otras partes de España, encontró una alternativa en Cataluña, que en otros sitios no existía. En Madrid, por ejemplo, no hay forma de vincularse a la independencia de nada.

Esto no quiere decir que no hayan influido otras cosas. La primera, el sentimiento de nación propia que tienen los catalanes, vinculado sobre todo a su lengua. Precisamente, el desprecio y la negación de este hecho aumentó el independentismo.

Segundo. Vamos a las consecuencias. Las económicas y las jurídicas son de las que más se habla. En realidad no se trata de argumentos mínimamente elaborados, sino de reunir todas las calamidades posibles para advertir que la Tierra se abriría y Cataluña descendería a las profundidades del averno. De las consecuencias para el resto de España no se dice nada.

Cataluña dejaría todos los organismos internacionales, la Unión Europea, la ONU, el FMI, la OTAN, y demás, viene a concluir un informe de la Fundación Alternativas. Lo cierto es que Cataluña no dejaría ninguno de  ellos por la sencilla razón de que ahora no pertenece a los mismos. La que pertenece es España. Obviamente, en el momento del nacimiento de un Estado, este no pertenece a nada. Es a partir de ese instante cuando debe dar los pasos para incorporarse a organismos internacionales.

Más en detalle, Cataluña quedaría fuera de la Unión Europea,… y no podría regresar a ella, se insiste.  Repasemos. Cabe pensar que en caso de secesión cientos de miles de españoles, incluso millones, quedarían en Cataluña sin renunciar a su nacionalidad de origen. ¿Es posible siquiera suponer que España renunciaría a que los españoles residentes en Cataluña disfrutasen en el nuevo Estado de los derechos de ser ciudadanos de la Unión Europea?

Cataluña es un territorio fundamental para el tránsito de mercancías y personas al resto de los países de la Unión Europea. ¿Renunciaría también España a las garantías que ofrece la libre circulación de mercancías y personas que transitan desde nuestro país a Francia?

Miles de empresas españolas están radicadas en Cataluña, como lo pueden estar en Francia, Alemania o Italia. Gozan de privilegios económicos por el hecho de pertenecer a la Unión Europea. ¿Renunciaría también España a esos derechos económicos al quedar Cataluña fuera de la Unión?

En cuanto a la pertenencia a la zona euro. Su razón de ser es que las oscilaciones en el valor de la moneda, el tipo de cambio, no afecten a las transacciones económicas, ni a las inversiones en otro país de la eurozona. Si Cataluña quedase fuera de la moneda única, innumerables empresas e inversiones españolas estarían sometidas a un riesgo que ahora no tienen, el de la variación del valor de la moneda catalana. Si esta se devaluase, obtendrían menos beneficios y el valor de sus bienes en Cataluña descendería.

Más allá de todo esto, el Banco Central Europeo, el que fabrica el dinero en la zona euro, asegura a los bancos que dispongan de recursos necesarios, de liquidez, para atender a sus obligaciones de pago. Es fundamental para su normal funcionamiento. En España ahora dos de los cinco bancos más grandes son catalanes, La Caixa y el Banco Sabadell. Y no actúan sólo en Cataluña. Baste un ejemplo, de las casi 5.300 oficinas de La Caixa, 3.800, más del 70 por ciento, están en otras partes de España. ¿Dejaría desasistida el Banco Central Europeo a una entidad de la que dependen tantos españoles? El sentido común nos dice que sería impensable. El Gobernador del Banco de España y miembro del Consejo del Banco Central Europeo, Luis Linde, aseguró el pasado lunes que la banca de una Cataluña independiente no tendría el dinero del BCE y que consiguientemente habría riesgo de corralito, de bloqueo del dinero de los clientes. Jamás un responsable del BCE ha hablado de riesgos tan graves para el sistema financiero, no ya catalán, sino español, donde inevitablemente está imbricado. Por mal que puedan hacer su trabajo, se les suponía un mínimo de cordura.

La independencia de Cataluña tiene indudablemente riesgos y consecuencias muy serias. Pero no son los que agitan un día tras otro las autoridades españolas, y muchos expertos. Son más importantes si cabe. La primera consecuencia, indeseada para cualquiera que crea en un Estado donde los sacrificios recaigan más sobre los ricos, es la disminución de la solidaridad entre territorios, porque Cataluña es más rica que la media de España.

El segundo riesgo es que cunda el ejemplo y se desmiembre un Estado en el que, por las políticas aplicadas ante la crisis, cree ahora menos gente.

El tercero es el riesgo geopolítico. Cataluña es una joya demasiado preciada para que grandes potencias traten de atraerla a su área de influencia, con el perjuicio correspondiente para España.


Pero por encima de todo, el principal riesgo es mucho más obvio. Tanto, que ya “ha enseñado la patita”. Es el de la intolerancia, la incomprensión que  puede llevar al desprecio o al odio. El PP viene jugando con ello desde mucho antes de llegar al poder. Sólo hay que recordar su actuación durante el mandato de Zapatero y la reforma del Estatut catalán. 

jueves, 17 de septiembre de 2015

EL COLOR DE LA CRISIS.

Los informativos de televisión tienen un rasgo peculiar. La mayor parte de las noticias económicas o sociales van acompañadas de una especie de reportaje con testimonios de la calle o casos particulares que tratan de ejemplificar la noticia. Sube el paro y se muestra tras la información la historia de un matrimonio joven que ha perdido sus empleos al mismo tiempo. Baja el paro y otra pareja, que estaba al borde de la desesperación, cuenta como acaba de encontrar trabajo. Todos saben, o deberían saber, que se trata de una simple ilustración para humanizar los fríos datos económicos, o mostrar las consecuencias de la actuación de los gobernantes. Le llaman pieza de color.
Lo que viene a continuación es algo parecido. Es la pieza de color de las decisiones económicas tras la crisis. Pequeños detalles, sólo eso.


Un viandante se acerca a un repartidor de folletos. Le pregunta por su compañero. “Está de vacaciones”, le responde enfundado en su chaleco amarillo con el letrero ofrecemos el mejor precio por su oro.
Una mujer entrada en años explica a otra, “estoy haciendo una suplencia de verano”, mientras reparte folletos encabezados con la imagen de Einstein y la frase “sólo empleamos el 10 por ciento de nuestra mente”.
A la entrada de un supermercado está apostado el inmigrante de siempre. Abre la puerta a los clientes con la mano extendida. De vez en cuando, recibe unas monedas, que devuelve con una sonrisa y un “gracias mamá”. Se le acerca un sin techo y le extiende a su vez la mano con igual sonrisa. Entre clienta y cliente del supermercado el inmigrante entrega al que se le ha acercado algunas de sus monedas por las que recibe el correspondiente “gracias amigo”.
Un jubilado recorre calles y plazas y no da con lo que busca. Encuentra a un amigo también jubilado y se lamenta ante él. “Cada vez somos más sin nada que mirar. Nos han quitado las obras”.
Un emprendedor suplica al cielo que le ayude en su actividad recién iniciada. Al cielo atmosférico, no al otro. Lo hace con un paraguas abierto en la mano izquierda, mientras muestra otros plegados en la derecha. No llueve, pero el día está encapotado. La clave de su negocio es anticiparse a los acontecimientos.
Un chaval se acerca a la persiana metálica de una tienda cerrada por traspaso. Saca un espray de una bolsa de plástico y escribe en letra cursiva “No soy feliz, ni falta que me hace”.
El Corte Inglés se suma a la cuenta atrás mundial para el estreno de Star Wars, el despertar de la fuerza”. Esto dice en una nota del centro comercial, que continua: “Un escuadrón de soldados imperiales vigilará a los viandantes desde el escaparate del centro de Callao”. Literal.
Un presidente de gobierno se dirige a un nutrido grupo de directivos de empresa en un acto organizado por The Economist. Es el 12 de febrero de 2013. no he cumplido con mis promesas electorales pero, al menos, tengo la sensación de que he cumplido con mi deber”. “Esta ha sido una conversación, para mí, fascinante”, le dice el responsable de The Economist, que ha moderado la conferencia coloquio. Aplausos de la sala.


El mundo se redujo a la superficie de su piel, y el interior quedó a salvo de la amargura".
Gabriel García Márquez

Cien años de soledad

domingo, 30 de agosto de 2015

PRESUPUESTOS PARA 2016. ¡MANDANGAS!

Es un truco demasiado fácil establecer recortes sociales con carácter permanente y al final, cuando hay que rendir cuentas al ciudadano, aprobar ciertas subidas del gasto social que, ni de lejos, llegan a lo que había antes del destrozo.
El hábito de la desesperación es peor que la desesperación misma.                                                
Albert Camús. La Peste                                                                              

Realmente la palabra con que cierro el título de este artículo no significa gran cosa. Es casi una interjección. Como decir bah…No aporta nada a lo que aquí voy a contar. Si encabezo con ella este escrito es por tratar de darle actualidad. Esta es la segunda entrega que publico sobre los Presupuestos de 2016 y temía que, una vez celebrado el debate en el Congreso, ahora resultase desfasada. Pensé que colocando la palabra mandangas despertaría el interés que he comprobado por ella los últimos días en los medios. Hay que estar a la actualidad, aunque, tras los seis días transcurridos desde que el ministro Montoro la emplease con desdén en el debate de Presupuestos, es posible que se haya desactualizado ya.

En fin, vamos con lo que hay detrás de los Presupuestos “más sociales” de Rajoy. Y tomamos como referencia el momento en que llegó al Gobierno. Cómo son de sociales en relación a los que había. O lo que es lo mismo, cuál ha sido el destrozo.

La factura de las pensiones. Es la única que sube dentro del gasto social y la más cuantiosa, El dinero dedicado a ella ha subido considerablemente, el 20 por ciento en esos cuatro años. El aumento es debido a dos cosas: el incremento continuo de nuevos pensionistas, con derecho a pensiones mayores, por su mayor cotización en el pasado. Algo que ha venido ocurriendo de manera constante desde hace años. Y la congelación de las pensiones en 2011, acordada por el Zapatero, en lo que fue el comienzo de los ajustes “europeos”. La explicación de que la mejora económica conseguida por el PP hace posible ese aumento del gasto en pensiones es falaz. La recaudación de las cotizaciones sociales, con la que se pagan las pensiones, es hasta mitad de 2015, menor que en el mismo periodo de 2011 y lo ha sido aun más en el resto de los años de Gobierno del PP. No aumenta, porque han bajado los salarios de donde se extrae la cotización. Para pagar el incremento del gasto en pensiones, Rajoy ha tenido que sacar del Fondo de Reserva de la Seguridad Social 43.000 millones de euros. Es dinero acumulado en el pasado, no con el PP. Esa pretendida mejora económica, ha dejado el Fondo de Reserva a menos de la mitad de lo que tenía cuando llegó al poder. Para evitarlo harían falta dos cosas: Que aumentase de verdad el número de cotizantes, el empleo. Y que los salarios subieran de manera adecuada para que se incrementase la cotización por cada sueldo. Pero el Gobierno de Rajoy  buscó otra solución: el recorte, con la reforma del sistema de Seguridad Social. Así, poco a poco las pensiones se encogerán. Las existentes aumentarán menos (esto ya ha empezado) y las nuevas pueden ser más bajas. El Gobierno calcula que en ocho años se ahorrará 33.000 millones de euros.

Ayuda a los parados. La rebaja del dinero total es la más contundente. En 2011 se entregaron a las personas que se habían quedado sin trabajo 30.500 millones de euros. En su Presupuesto-Programa electoral para 2016 el PP dice que les abonará en total 20.000 millones. Es un 35 por ciento menos de dinero. Se puede pensar que este ahorro presupuestario es debido a que hay menos parados. Pero el argumento no vale. El número de parados registrados en las oficinas de empleo es ahora prácticamente el mismo que hace cuatro años, tan sólo un 0,8 por ciento menos. Sin embargo, el recorte del dinero es muchísimo mayor. Si calculamos el gasto por cada parado, este ha bajado el 28 por ciento. La razón es doble. Cada vez son más los parados que, pasado el tiempo establecido para cobrar el subsidio, siguen sin encontrar un empleo y quedan desasistidos. Además, en 2012 el Gobierno redujo parte de la prestación. La consecuencia es que ahora hay casi dos millones de parados inscritos en la oficinas de empleo sin cobrar un céntimo. Son 470.000 más que hace cuatro años. Y ello sin contar los parados no inscritos, cuya cifra elevaría los desempleados sin ayuda alguna a casi tres millones de personas. 

Fomento del Empleo. La mayor parte de ese dinero se destina a animar a las empresas a que contraten trabajadores. En realidad es de dudosa utilidad. Si el empresario contrata es porque tiene expectativa de hacer negocio, si no,  no lo hace. Si el Estado le da dinero por ello, pues tanto mejor para él, eso que se ahorra y lo paga el contribuyente. Pero este Gobierno y las autoridades de la Unión Europea han apostado por ello. También el anterior. ¿Quién va a discutir que se gaste dinero para crear empleo? Miramos cifras y comprobamos que ese gasto tan bien visto es en el presupuesto póstumo del PP un 28 por ciento menor que en 2011.  En cualquier caso, al margen de las ayudas a la contratación, hay algo de cuya utilidad que nadie duda: la formación profesional.  Muchos ven en ella la piedra filosofal para crear empleo.  Pues también para esto se destina menos dinero que en 2011, un 5 por ciento menos.

Dependencia. El dinero del Estado para esto siempre ha sido escaso. Zapatero lo redujo en 2011, tras haber sido su impulsor. Pues ahora es todavía menor: 1.250 millones, un 16 por ciento menos que hace cuatro años.

Acceso a la vivienda. Se trata de una partida dedicada a garantizar un derecho constitucional, el de disfrutar de una vivienda digna y adecuada (artículo 47 de la Constitución).  Desde que gobierna el PP, se han producido al menos 225.000 desahucios. Una parte importante han sido en  casas donde vivían personas a las que se ha privado de ese derecho constitucional. El dinero destinado para acceso a la vivienda en los Presupuestos de 2016 no representa ni  la mitad del que se dedicó en 2011.

Hay otras políticas sociales cuyo gasto principal lo hacen las comunidades autónomas. Son la sanidad y la educación. El Gobierno de Rajoy ya se ocupó  desde 2012 de imponerles unos recortes contundentes. Su objetivo fue que las comunidades gastasen 10.000 de euros menos en ellos con carácter permanente. No se trataba del recorte de un año, sino de un ajuste llamado estructural. Pero en lo que se refiere a las cuentas del Estado, también predicó con el ejemplo. En 2016 , destina a sanidad un 6 por ciento menos que en 2011. Y a educación un 12 por ciento menos.  Finalmente, para cultura, el dinero previsto representa el 23 por ciento menos que en 2011
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Hay otros gastos de los que el Gobierno de Rajoy ha presumido que incrementa. Veamos.
El gasto en investigación. Se dice  que es clave para el desarrollo de cualquier país moderno, pero fue uno de los primeros que sufrió la tijera desde que comenzó la crisis, ya en tiempos de Zapatero. Rajoy se cebó aún más con ella. Entre 2010 y 2013, el número de investigadores que trabajaban en el sector público disminuyó en 10.600. Es una reducción del 12 por ciento sobre los que había, más del doble que la reducción de empleados públicos en conjunto. Esos investigadores se habrán jubilado, se habrán ido de España o habrán tenido que dedicarse a otra cosa. El resultado en dinero sigue esa senda. Para 2016 se destina un 23 por ciento menos   que en 2011 a investigación.

Dinero para las Comunidades Autónomas. Otro de los lugares comunes del Gobierno es el apoyo a las autonomías en sus  gastos. El ministro Montoro, ha reiterado el abandono en que las tenía el Gobierno anterior. Las cifras dicen otra cosa. Con independencia del dinero que les corresponde de la recaudación de impuestos, los Presupuestos de 2016 les aportan un 7 por ciento menos de lo que les aportó el de 2011.


Como conclusión, no se me ocurre mucho más que añadir en plan retórico. Diré, si sirve de algo, que me parece que el engaño ha consistido en acordar una fuerte reducción de las prestaciones sociales con carácter permanente y luego, cuando llega la cita con las urnas, subir un poquito su gasto respecto al año anterior para aparentar que ha habido rectificación.

domingo, 23 de agosto de 2015

PRESUPUESTOS PARA LA ETERNIDAD.

La decisión de Rajoy de dejar aprobados los presupuestos al Gobierno que le suceda sólo puede entenderse como el deseo de hacer inmutable lo que el PP ha establecido. Con ello deja claro que quiere perpetuar el recorte del gasto social, claramente más bajo que cuando llegó al poder.

Todo el mal que se ha hecho en el mundo, se ha hecho por buenas razones.
Hegel.


El Gobierno de Mariano Rajoy va a despedirse de esta legislatura con un hecho desconocido. Dejar aprobados los presupuestos al Gobierno que le suceda. No es que ahora se produzca una situación diferente de otras. Durante  el actual régimen político se han celebrado elecciones en el último trimestre del año en tres ocasiones y los gobiernos respectivos no acudieron a la treta de Rajoy. Prorrogaron los anteriores Presupuestos y esperaron a que el siguiente Gobierno elaborase los suyos y el nuevo Parlamento los aprobase.  Lo hizo el Gobierno de la UCD en 1982. Lo volvió a hacer el Gobierno del PSOE en 1989. Y otra vez el PSOE en 2011. En 1995 el Congreso rechazó los presentados y hubo también que prorrogarlos.

Los presupuestos son el instrumento básico para gobernar. Ninguna política estatal puede hacerse sin adecuarse a ellos. Por eso, todo Gobierno tiene el derecho, y la obligación, de elaborarlos en sintonía con la política que quiere aplicar. Eso explica que  “la lucha por el manejo del Presupuesto, ha equivalido siempre a la lucha por el poder político”, como dice el  profesor Antonio Torres del Moral. Hurtar al futuro gobierno  esa  posibilidad no puede entenderse más que como un intento de “luchar por el poder político” al margen de las elecciones, que inevitablemente se deben celebrar antes de que acabe este año.

 El Gobierno esgrime: “Al aprobar los Presupuestos marcamos una senda que permite a los distintos agentes económicos públicos y privados hacer sus previsiones, y tomar sus decisiones estratégicas en un horizonte de estabilidad”. Lo dijo el presidente Rajoy, el viernes en que se aprobaron en Consejo de Ministros. La razón empleada encierra dos perversiones políticas. La primera es conceder valor cero a un resultado de las elecciones que no se ajuste a esos Presupuestos. La segunda es hacer creer “a los distintos agentes económicos públicos y privados” en la inmutabilidad de lo que el PP ha dejado establecido.

En realidad, para todo en la vida hay razones que aducir. No conozco a ningún partido político, empresa, gobierno u organización de cualquier naturaleza que no explique lo que hace por buenas razones. Por ejemplo, al llegar al Gobierno, Rajoy fue apremiado por la Comisión Europea para que aprobase cuanto antes los Presupuestos y esperó a la celebración de las elecciones andaluzas, para hacerlo. Adujo también razones. Y la incertidumbre, si esta se mide como hacen los listos, es decir con la prima de riesgo, era muchísimo mayor. Estaba entonces en 333 puntos. Ahora está en 134. Bien es cierto que, nada más aprobarse finalmente los primeros presupuestos de Rajoy, en junio de 2012, ese termómetro había subido a 484 y llegó a más.

Pero todo se hace por algo, y Rajoy tendrá sus motivos. Aquí indico dos posibles.
El primero. Si el PP se viera en la necesidad de buscar aliados para seguir gobernando, podría imponerles estos Presupuestos, los suyos, conseguidos con una mayoría absoluta en una legislatura previa.

Segundo, tras años de recortes, Rajoy quiere presentar estos Presupuestos como los de la reconciliación con los ciudadanos a los que ha machacado. Eso explicaría ese canto del giro social. Se trataría de llevar al Boletín Oficial del Estado su programa para las elecciones de este año.

¿Presupuestos sociales? Tras cuatro años de recortes sociales el Gobierno los presenta como una compensación por esos sacrificios. Hagamos por tanto un ejercicio de memoria y comparemos el sesgo social de estas cuentas con las que había cuatro años antes.

Gasto social total en los Presupuestos. Para 2016 los gastos llamados sociales representarán el 53,5 por ciento de todo el dinero que dedicará el Estado. Cuando llegó el PP al Gobierno ese gasto social suponía el 58 por ciento. Eso significa que en estos nuevos Presupuestos-Programa electoral del PP para 2016 el gasto social permanece recortado en 4,5 puntos.

El único gasto social que sube es el de las pensiones. Es desde luego el más voluminoso. Ahora se va a gastar mucho más en pensiones: un 20 por ciento más que en 2011. Pero su incremento se debe sobre todo al continuo aumento de pensionistas con pensiones más altas, porque en los años de bonanza cotizaron más. El Gobierno de Rajoy ya tomó medidas para evitar ese ritmo de aumento, pero se notarán poco a poco.
Para el resto del gasto social, estos Presupuestos “tan sociales” destinan un 23 por ciento menos de dinero que los de 2011.

Para ayudar a los parados habrá 10.000 millones de euros menos. ¿Es porque hay menos parados? No. El número de  parados inscritos en las oficinas de empleo es prácticamente el mismo, tan sólo un 0,8 por ciento menos ahora. Pero el recorte total del dinero en ayudas es del 35 por ciento.

Para fomento del empleo, del que el Gobierno no para de presumir, se destina un 28 por ciento menos que en 2011. Desciende incluso el dinero para formación profesional. En dependencia, el dinero es escaso y se recorta un 16 por ciento respecto al recorte ya aplicado en 2011.  Para facilitar el acceso a la vivienda el dinero presupuestado para 2016 no llega ni a la mitad del que había en 2011. Esto pese a que se ha disparado el número de familias que se han quedado sin casa.


En sanidad el  gasto del Estado para 2016 será un 6 por ciento menor que en 2011. Y en educación un 12 por ciento más bajo. En realidad son dos prestaciones sociales encomendadas a las comunidades autónomas, las que gastan el dinero en salud y enseñanza. Y es ahí donde hay que mirar.  El 9 de abril de 2012, cuatro meses después de llegar al poder, el Gobierno anunció un recorte de 10.000 millones de euros en sanidad y educación. No se trataba de gastar menos ese año o el siguiente. En realidad eran “reformas encaminadas a lograr una mayor racionalización” decía textualmente la nota difundida por Moncloa, que añadía “el ahorro previsto superará los 10.000 millones de euros”. Era por tanto un recorte estructural, para siempre, año tras año, que afectaba a los servicios que prestan las comunidades autónomas. Hasta ahora, ninguna nota, disposición o declaración del Gobierno ha levantado ese recorte perpetuo. Eso le ocurre a muchas otras cosas y los Presupuestos-Programa electoral del PP no pueden ocultarlo si se miran con cuidado. En un artículo siguiente entraremos en detalle. Aquí sería muy largo. 

domingo, 19 de julio de 2015

PROTECTORADO.

El Eurogrupo no admite que un gobierno pueda actuar de modo diferente a los que dominan hoy. Trata de cortar de raíz el riesgo principal, que no es el impago de la deuda, sino la propagación de que otra política puede ser posible, pero el objetivo dista mucho de estar garantizado.
Nada queda.
Más que venganza aquí, entre los fuertes,
Y allí, entre los débiles, rabia impotente.
Thomas Hardy. The Dynats.
Citado por Keynes en “Las consecuencias económicas de la paz”.

Grecia está a punto de  convertirse en un protectorado. A día de hoy faltan algunos trámites, pero si nadie lo remedia  ocurrirá en pocos días. Será el primer protectorado que se establezca sobre un país soberano tanto de la Unión Europea como de la zona euro.
El derecho internacional entiende que hay un protectorado cuando un país dispone de una teórica soberanía e instituciones propias, pero está sometido al dominio efectivo de otro u otros, que ejercen mediante el control político de este. En muchas ocasiones el protectorado se establece a través de un tratado o acuerdo de ambas partes. Este es el caso. El acuerdo alcanzado la noche del domingo 12 al lunes 13 de julio detalla de forma más o menos pormenorizada las cláusulas de dominación política. Veamos cómo, según consta en el acuerdo.

Uno. “El gobierno ha de consultar y acordar con las Instituciones (europeas) todos los proyectos legislativos en los ámbitos pertinentes, con suficiente antelación, antes de someterlas a la consulta pública y al Parlamento”. Es decir, las leyes relevantes serán redactadas tal y como decida Bruselas.

Dos. “El gobierno griego revisará, y modificará la legislación que se haya aprobado y que se oponga a los acuerdos del 20 de febrero (fecha de la última prórroga del rescate a Grecia), volviendo retroactivamente a los compromisos anteriores” fijados en los programas de rescate. En otras palabras, se obliga al gobierno de Tsipras a dar marcha atrás en lo esencial de lo aprobado desde que fue elegido por el voto ciudadano. Se excluyen los temas de carácter humanitario.  

Tres. “Modernizar y reforzar de manera significativa la administración pública”... “bajo los auspicios de la Comisión Europea, para la creación de capacidad y la despolitización de la administración pública griega”. Esto representa establecer el poder administrativo de acuerdo con lo que decida la administración pública de Europa más politizada,  que ha demostrado más incapacidad (los casos son numerosos y conocidos), con salarios más elevados de sus funcionarios y sobre todo con menor control democrático. Así es la Comisión Europea.

Cuatro. “Se transferirán bienes griegos a un fondo independiente… gestionado por las autoridades griegas bajo la supervisión de las Instituciones  Europeas”. Ese fondo privatizará esos bienes, (los puertos, aeropuertos, ferrocarriles y telefónica griegos, al menos. Posiblemente también la red eléctrica). Obtendrá 50.000 millones de euros y con ellos saneará los bancos y pagará parte de la deuda que tiene con los países del euro. En suma, la Eurozona se apropia de los principales bienes de transporte, comunicaciones y energía públicos griegos para cobrarse parte de la deuda.

Todo lo detallado, recogido directamente del acuerdo, son los términos básicos que rigen el protectorado. “Los compromisos enumerados son requisitos mínimos”, dice el documento. Hay más, pero probablemente ya es conocido: un plan de austeridad y recortes que no son sino la intensificacióon de los ya aprobados y que han llevado a una depresión económica desconocida en territorio europeo en tiempos de paz: caída del 26 por ciento de la actividad económica y 26 por ciento de desempleo. Mientras, lo que se pretendía conseguir: que Grecia pudiera hacer frente a su deuda, no sólo no se ha conseguido sino que la dificultad se ha agudizado.

Los planes impuestos por la Eurozona a Grecia desde 2010 estaban supervisados por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. A esa troika correspondía asegurarse de que dieran los resultados previstos. No ha sido así, pero en el acuerdo alcanzado ahora no se dice nada de sus responsabilidades políticas o técnicas por ello. Tampoco menciona responsabilidad alguna para la Eurozona en el futuro tras la implantación del protectorado.

El protectorado fue una institución muy empleada en la expansión colonial. Era una forma de legalizar la dominación de las potencias colonialistas, lógicamente en su provecho, aunque tomaba la forma de una aparente protección. En Europa el último protectorado conocido fue el que estableció Alemania sobre Bohemia y Moravia, la  actual República Checa, en  marzo de 1939. Entonces también se hizo mediante acuerdo. Bastó con que Hitler convocará en Berlín al presidente checo, Emil Hácha y le amenazara con que o aceptaba el protectorado o bombardearía Praga.

Afortunadamente, las cosas se hacen ahora de otra manera. Al primer ministro griego, Alexis Tsipras, se le  dejó claro en Bruselas que o aceptaba los términos del acuerdo o los bancos griegos no recibirían un euro del Banco Central Europeo.  Ningún banco, por saneado que esté, puede subsistir indefinidamente sin que el Banco Central le preste dinero.  Y menos los bancos griegos, que vienen sufriendo una salida continua de fondos. Ahora el BCE tiene prestados a los bancos europeos 411.000 millones de euros. Y de ellos una tercera parte se lo tiene prestado a los bancos españoles.

El establecimiento del protectorado trata de conseguir dos cosas. La primera es  dejar claro que el Eurogrupo no admite que un gobierno, en este caso el de Syriza, pueda actuar de modo diferente a los que dominan hoy, y esperan que para siempre, la Unión Europea. El primer párrafo del documento deja clara “la necesidad crucial de restablecer una relación de confianza con el gobierno griego como condición previa”. Se trata de cortar de raíz el riesgo principal, que no es el impago de la deuda, sino la propagación de que otra política es posible. En definitiva, de establecer lo que los absolutistas de toda Europa llamaron “cordón sanitario” alrededor de la Francia revolucionaria, que propagaba otra forma de gobernar.

El segundo objetivo es sin duda recuperar lo que los otros países han prestado a Grecia. Sin embargo, el propio documento duda de la capacidad de Grecia para devolverlo. “El Eurogrupo está preparado para considerar, de ser necesario, posibles medidas adicionales (periodos más largos de gracia y amortización)”, dice el texto, pero siempre que Grecia actúe como se le manda. El FMI ha manifestado que así Grecia no podrá devolver su deuda.


Los dos objetivos distan mucho de estar garantizados. La dureza, la inflexibilidad y el poderío no son incompatibles con la simpleza y la ingenuidad. Si los vencedores de esta cumbre creen que han dejado las cosas bien sentadas, pueden estarse comportando con la misma ingenuidad que los alemanes cuando tomaron París en junio de 1940, al creer que habían ganado así la guerra.

domingo, 17 de mayo de 2015

UNA BOLSA, DOS MODELOS.

Aunque las apuestas de la bolsa suelen estar un tanto alejadas de la economía real,  en ocasiones pueden servir para sacar conclusiones sobre lo que ocurre en nuestro sistema productivo. La salida a bolsa de dos compañías, Cellnex y Talgo, explican algunas cosas.
Los afortunados y los favorecidos no contemplan su propio bienestar a largo plazo y no son sensibles a él. Reaccionan, más bien, y vigorosamente, a la satisfacción y a la comodidad inmediatas."
John Kenneth Galbraith.                                                         La cultura de la satisfacción.

Se dice que el comportamiento de la bolsa  es un termómetro de la economía. Yo no estoy muy seguro. La bolsa refleja más bien el comportamiento de un casino. Pero alguna vez puede decir algo sobre la   economía de un país. A eso vamos. El pasado 7 de mayo, dos empresas  muy distintas comenzaron a cotizar en la bolsa española. La naturaleza de las mismas y el comportamiento de los que compran acciones en la bolsa pueden servirnos para sacar conclusiones sobre nuestro modelo económico. Me  refiero a Cellnex y a Talgo. La primera, una empresa de servicios sin competencia. La segunda, una empresa típicamente industrial.

Cellnex es la división de telecomunicaciones de la compañía de autopistas de peaje Abertis. Esa explicación dice muy poco. En realidad Cellnex se dedica primordialmente a sacar partido de su red de repetidores de televisión y radio. A las diferentes empresas de televisión les cobra por trasladar su señal de un lugar a otro hasta llegar a más de 12 millones de hogares. Es la antigua Retevisión, empresa pública que el PP privatizó en 1997, al poco tiempo de llegar Aznar al Gobierno. Con el paso del tiempo ese negocio recaló en Abertis. ¿Quien construyó esa red? Pues en su mayoría el Estado, con el dinero de los ciudadanos, o lo que es lo mismo, Radiotelevisión Española. También se dedica a alquilar a las operadoras de  telefonía móvil postes que compró sobre todo a Telefónica.
De los 57 millones de euros que ganó Cellnex en 2014 casi todo, el 84 por ciento,  lo consiguió con este negocio seguro y sin competencia.  Se trata por tanto de una empresa fundamentalmente rentista.  Como el poseedor de un parque de viviendas, alquila su red de repetidores y obtiene una suculenta renta con ello. Pero además es un rentista con ventaja, con un negocio cautivo. Las televisiones o las operadoras de móviles no pueden optar  por otra compañía,  como un inquilino por otro casero, porque lógicamente no hay desplegadas múltiples redes alternativas, que lo harían altamente ineficiente y costoso.

Talgo por su parte es una empresa típicamente industrial. Se dedica a la fabricación de trenes con tecnología propia y al mantenimiento de los mismos. La mayor parte de sus activos, de sus fábricas, de  su tecnología, el 95 por ciento,  están en España. Sin embargo, el 72 por ciento de sus ingresos proceden del extranjero. Es decir, se trata de una empresa industrial, de tecnología española  y fuertemente exportadora.
 Acabamos de describir dos modelos, dos maneras de hacer negocio radicalmente opuestas. Una, Cellnex, rentista, apoyada en un negocio cautivo que consiste preferentemente en cobrar a los que no tienen otro remedio que contratar con ella. La otra, Talgo, una compañía competitiva, que aporta valor, al transformar materiales, diseño y tecnología en producto propio por el que gana dinero, sobre todo ingresa dinero vendiendo fuera.

No entro aquí a analizar la gestión  ni las bondades o maldades de ambas, sino la naturaleza misma de su forma de ganar dinero y crear riqueza.
 
La respuesta de los inversores en bolsa a estos dos modelos fue clara:
La aparición bursátil de Cellnex fue todo un éxito. Salió a un precio que los expertos consideraron caro y aun así en su primer día las acciones subieron un 10 por ciento.

La salida al mercado  de Talgo fue todo lo contrario, se confirmó el fracaso que los expertos habían pronosticado: el primer día sus acciones bajaron algo más del 9 por ciento.

Toda una declaración de los que invierten en bolsa sobre la apuesta por la economía de nuestro país. Cuando se trata de ganar dinero, se prescinde de la retórica de la marca España, de las reformas necesarias para nuestra economía y de todas las banalidades de gobernantes, grandes empresarios y expertos.

No son dos casos aislados: de las 35 compañías que integran el Ibex, la selección de las principales sociedades en bolsa, sólo 5 son propiamente industriales. La primera de ellas, Mittal, se sitúa en el número 12 por valor. Y se trata de una empresa extranjera que cotiza también aquí.

En el principal índice de la bolsa alemana, el Dax, las tres compañías con más valor son industriales. Y de las 30 que recoge, 16 son industrias.


Es la pequeña diferencia entre una economía y otra.