"El secreto de ser aburrido es decirlo todo"

Voltaire.

domingo, 8 de marzo de 2015

NARRACIÓN INCOMPLETA.

Las estadísticas son simplemente una descripción de la realidad. Sin embargo, una narración incompleta puede conseguir el efecto de  un triunfo cuando el desastre continúa. En economía esto puede suceder.

“No es una victoria verdadera la que se consigue con armas ajenas”.
El Príncipe.
Nicolás Maquiavelo.
                                       

¡Goooooooooool!. ¡Gol!, ¡gol!, ¡gol!, ¡gol!, ¡gol!, ¡gooooool! ¡Gol!, ¡gol!,¡goooool! ¡Tenía que llegar!, ¡tenía que llegar!, ¡tenía que llegar… y llegóooo!...Pase largo de Quintero,…a por él va Alcántara,…no llega, el cuero transita solo y veloz hacía el área, el cancerbero teme el peligro. Trata de despejar…lo hace mal,…le cae a los pies de Chiquito, que con fuerza dispara a un marco desguarnecido. ¡Golazooo!... De Chiquito… ¡Lección de futbol!...¡Lo ha conseguido el esfuerzo, el talento!, ¡la constancia! ¡Gol!, ¡gol!, ¡gol!, ¡gooool! ¡El talento y la fe! ¡Hoy Dios es villatripense! Es un premio a la constancia del Villatripas, a su seguridad. Toda la segunda mitad tras él. ¡Tenía que llegar!, ¡tenía que llegar!, ¡tenía que llegar! ¡Y llegó con Chiquito!, el de siempre, el astro, el matagigantes, el que todo lo puede. ¡Minuto 87!...¡Villatripas, uno,… Almiravete, ocho!

Tengo un compañero que odia las estadísticas y muchos otros que las ponen en duda. La verdad es que las estadísticas son simplemente una descripción de la realidad. No se merecen ese maltrato, salvo que la realidad que describan sea deformada. Ocurre a menudo. Y cuela cuando se trata de cifras incompletas. Por ejemplo, en lo  que acabamos de leer, aparecen datos para la estadística. En este caso deportiva. ¿A que nadie se cree que el Club Deportivo Villatripas ha obtenido un gran triunfo frente a su gran rival, la Agrupación Balompédica Almiravete? No cuela a pesar del ímpetu que pone el narrador del encuentro, sin duda al servicio del Villatripas. Habría colado si el apasionado narrador se hubiera limitado a cantar el único gol del Villatripas y no el resultado final. El entusiasmo y la falta de otros datos harían creer que el once villatripense había obtenido un ajustado pero gran triunfo.

Pero en otras cosas una narración incompleta sí consigue el efecto de triunfo cuando el desastre continúa. En economía esto puede suceder. Tomamos un caso.

Las ventas en las tiendas en el pasado diciembre, desde las grandes superficies hasta los pequeños establecimientos y las gasolineras. Es el principal mes para el comercio.  Aumentaron sus ventas un 6,5 por ciento en relación al mismo mes de año anterior. Es la mayor subida desde que empezó la crisis. Lo  destacaron numerosos medios. ¿Se recuperó así el consumo en las tiendas?  También el  derrotado Villatripas había ganado  por un gol a su eterno rival, el Almiravete en la segunda parte. Veamos el partido entero. En 2007, antes de que estallara la crisis,  un consumidor cualquiera se había gastado ese diciembre 100 euros en las tiendas. La estadística completa nos dice que el pasado diciembre se gastó 87 euros. ¿Ha recuperado su nivel de gasto? No, está aún muy lejos de ello.

Es un ejemplo. Pero podemos ir a más. La actividad económica en su conjunto se expresa en estadística con el Producto Interior Bruto, el PIB. Lo recoge todo: lo que gastan las familias o las administraciones públicas, lo que invierten las empresas, lo que vendemos fuera y lo que compramos del exterior. No mide la realidad completa, porque describe poco cómo se reparte esa riqueza creada, quien se la queda, pero vale al menos para saber si la cosa tira. En el último trimestre del año pasado la actividad económica de España aumentó un 2 por ciento respecto al trimestre equivalente del año anterior. ¿Es mucho? El narrador del encuentro Villatripas-Almiravete lo hubiese cantado como el último gol del partido. Miremos ahora el resultado. La actividad económica, el PIB, del cuarto trimestre de 2014 es un 6 por ciento más baja que la que hubo en 2007, justo antes de estallar la crisis. Y menor también que los dramáticos años 2008, 2009, 2010 y 2011. En realidad ese 2 por ciento de subida, se está comparando con el año más pobre de la economía española desde la crisis, 2013.

En realidad, el consumo de las familias suele venir después y  se nota antes el tirón de las empresas. Es un argumento muy empleado. Veamos al término del año pasado. Las empresas efectivamente aumentaron con fuerza sus inversiones, gastaron en ampliar y modernizar sus equipos claramente más. Un 10 por ciento más que el año anterior, 2013. Pero de nuevo miremos el partido completo. Justo antes de la crisis: si un empresario dedicaba 130 euros en su negocio, ahora dedica 112 euros, un 14 por ciento menos. No es de extrañar, ahora y antes, para invertir en su negocio las empresas necesitan dos cosas. La primera es la expectativa de que van a aumentar sus ventas. Como es una expectativa, depende de la confianza y esta es libre: la confianza puede ser peor o mejor que la realidad. Pero depende de otra cosa: de que disponga de dinero para invertirlo. En gran medida ese dinero hay que pedirlo prestado. Veamos de nuevo. En 2014 los créditos concedidos por los bancos a las pymes sumaron 146.000 millones de euros. No hablamos de todo lo que deben las pymes a los bancos, sólo de lo nuevo que les prestaron ese año. Fue más que el anterior, un 8 por ciento más. Parece mucho. Pero miremos de nuevo el partido completo.  Pues bien, en 2007 los préstamos nuevos fueron casi tres veces más  que los de 2014. Incluso en 2009. Recuerden que el crédito estaba entonces totalmente cerrado, se decía, Pues los préstamos nuevos a pymes en 2009 totalizaron 263.000 millones de euros, un 44 por ciento más que el año pasado.

Podríamos seguir. Pero sería aburrido el insistir en lo mismo. Los datos van para arriba. Efectivamente, las cifras vuelven a crecer siempre cuando no hay margen ya para que decrezcan.  Algo que vale dos puede muy fácilmente crecer un 50 por ciento y pasar a valer 3. Pero no lo hace mayor que algo que valía 10 y pasó a valer 12, un 20 por ciento más.

En suma, cuando escuchen a un narrador de un partido de futbol desgañitarse al cantar un gol, no den por hecho que ha supuesto el gol del triunfo.