"El secreto de ser aburrido es decirlo todo"

Voltaire.

domingo, 17 de mayo de 2015

UNA BOLSA, DOS MODELOS.

Aunque las apuestas de la bolsa suelen estar un tanto alejadas de la economía real,  en ocasiones pueden servir para sacar conclusiones sobre lo que ocurre en nuestro sistema productivo. La salida a bolsa de dos compañías, Cellnex y Talgo, explican algunas cosas.
Los afortunados y los favorecidos no contemplan su propio bienestar a largo plazo y no son sensibles a él. Reaccionan, más bien, y vigorosamente, a la satisfacción y a la comodidad inmediatas."
John Kenneth Galbraith.                                                         La cultura de la satisfacción.

Se dice que el comportamiento de la bolsa  es un termómetro de la economía. Yo no estoy muy seguro. La bolsa refleja más bien el comportamiento de un casino. Pero alguna vez puede decir algo sobre la   economía de un país. A eso vamos. El pasado 7 de mayo, dos empresas  muy distintas comenzaron a cotizar en la bolsa española. La naturaleza de las mismas y el comportamiento de los que compran acciones en la bolsa pueden servirnos para sacar conclusiones sobre nuestro modelo económico. Me  refiero a Cellnex y a Talgo. La primera, una empresa de servicios sin competencia. La segunda, una empresa típicamente industrial.

Cellnex es la división de telecomunicaciones de la compañía de autopistas de peaje Abertis. Esa explicación dice muy poco. En realidad Cellnex se dedica primordialmente a sacar partido de su red de repetidores de televisión y radio. A las diferentes empresas de televisión les cobra por trasladar su señal de un lugar a otro hasta llegar a más de 12 millones de hogares. Es la antigua Retevisión, empresa pública que el PP privatizó en 1997, al poco tiempo de llegar Aznar al Gobierno. Con el paso del tiempo ese negocio recaló en Abertis. ¿Quien construyó esa red? Pues en su mayoría el Estado, con el dinero de los ciudadanos, o lo que es lo mismo, Radiotelevisión Española. También se dedica a alquilar a las operadoras de  telefonía móvil postes que compró sobre todo a Telefónica.
De los 57 millones de euros que ganó Cellnex en 2014 casi todo, el 84 por ciento,  lo consiguió con este negocio seguro y sin competencia.  Se trata por tanto de una empresa fundamentalmente rentista.  Como el poseedor de un parque de viviendas, alquila su red de repetidores y obtiene una suculenta renta con ello. Pero además es un rentista con ventaja, con un negocio cautivo. Las televisiones o las operadoras de móviles no pueden optar  por otra compañía,  como un inquilino por otro casero, porque lógicamente no hay desplegadas múltiples redes alternativas, que lo harían altamente ineficiente y costoso.

Talgo por su parte es una empresa típicamente industrial. Se dedica a la fabricación de trenes con tecnología propia y al mantenimiento de los mismos. La mayor parte de sus activos, de sus fábricas, de  su tecnología, el 95 por ciento,  están en España. Sin embargo, el 72 por ciento de sus ingresos proceden del extranjero. Es decir, se trata de una empresa industrial, de tecnología española  y fuertemente exportadora.
 Acabamos de describir dos modelos, dos maneras de hacer negocio radicalmente opuestas. Una, Cellnex, rentista, apoyada en un negocio cautivo que consiste preferentemente en cobrar a los que no tienen otro remedio que contratar con ella. La otra, Talgo, una compañía competitiva, que aporta valor, al transformar materiales, diseño y tecnología en producto propio por el que gana dinero, sobre todo ingresa dinero vendiendo fuera.

No entro aquí a analizar la gestión  ni las bondades o maldades de ambas, sino la naturaleza misma de su forma de ganar dinero y crear riqueza.
 
La respuesta de los inversores en bolsa a estos dos modelos fue clara:
La aparición bursátil de Cellnex fue todo un éxito. Salió a un precio que los expertos consideraron caro y aun así en su primer día las acciones subieron un 10 por ciento.

La salida al mercado  de Talgo fue todo lo contrario, se confirmó el fracaso que los expertos habían pronosticado: el primer día sus acciones bajaron algo más del 9 por ciento.

Toda una declaración de los que invierten en bolsa sobre la apuesta por la economía de nuestro país. Cuando se trata de ganar dinero, se prescinde de la retórica de la marca España, de las reformas necesarias para nuestra economía y de todas las banalidades de gobernantes, grandes empresarios y expertos.

No son dos casos aislados: de las 35 compañías que integran el Ibex, la selección de las principales sociedades en bolsa, sólo 5 son propiamente industriales. La primera de ellas, Mittal, se sitúa en el número 12 por valor. Y se trata de una empresa extranjera que cotiza también aquí.

En el principal índice de la bolsa alemana, el Dax, las tres compañías con más valor son industriales. Y de las 30 que recoge, 16 son industrias.


Es la pequeña diferencia entre una economía y otra.