El Eurogrupo no admite que
un gobierno pueda actuar de modo diferente a los que dominan hoy. Trata de
cortar de raíz el riesgo principal, que no es el impago de la deuda, sino la
propagación de que otra política puede ser posible, pero el objetivo dista
mucho de estar garantizado.
Nada queda.
Más
que venganza aquí, entre los fuertes,
Y allí, entre los
débiles, rabia impotente.
Thomas
Hardy. The Dynats.
Citado por Keynes en
“Las consecuencias económicas de la paz”.
Grecia está a punto de convertirse en un protectorado. A día de hoy
faltan algunos trámites, pero si nadie lo remedia ocurrirá en pocos días. Será el primer
protectorado que se establezca sobre un país soberano tanto de la Unión Europea
como de la zona euro.
El derecho internacional
entiende que hay un protectorado cuando un país dispone de una teórica
soberanía e instituciones propias, pero está sometido al dominio efectivo de
otro u otros, que ejercen mediante el control político de este. En muchas
ocasiones el protectorado se establece a través de un tratado o acuerdo de
ambas partes. Este es el caso. El acuerdo alcanzado la noche del domingo 12 al
lunes 13 de julio detalla de forma más o menos pormenorizada las cláusulas de
dominación política. Veamos cómo, según consta en el acuerdo.
Uno.
“El
gobierno ha de consultar y acordar con las Instituciones (europeas)
todos los proyectos legislativos en los ámbitos pertinentes, con suficiente
antelación, antes de someterlas a la consulta pública y al Parlamento”. Es
decir, las leyes relevantes serán redactadas tal y como decida Bruselas.
Dos. “El
gobierno griego revisará, y modificará la legislación que se haya aprobado y
que se oponga a los acuerdos del 20 de febrero (fecha de la última prórroga
del rescate a Grecia), volviendo retroactivamente a los compromisos
anteriores” fijados en los programas de rescate. En otras palabras, se obliga
al gobierno de Tsipras a dar marcha atrás en lo esencial de lo aprobado desde
que fue elegido por el voto ciudadano. Se excluyen los temas de carácter
humanitario.
Tres. “Modernizar
y reforzar de manera significativa la administración pública”... “bajo los
auspicios de la Comisión Europea, para la creación de capacidad y la
despolitización de la administración pública griega”. Esto representa establecer
el poder administrativo de acuerdo con lo que decida la administración pública
de Europa más politizada, que ha
demostrado más incapacidad (los casos son numerosos y conocidos), con salarios
más elevados de sus funcionarios y sobre todo con menor control democrático.
Así es la Comisión Europea.
Cuatro. “Se
transferirán bienes griegos a un fondo independiente… gestionado por las
autoridades griegas bajo la supervisión de las Instituciones Europeas”. Ese fondo privatizará esos
bienes, (los puertos, aeropuertos, ferrocarriles y telefónica griegos, al
menos. Posiblemente también la red eléctrica). Obtendrá 50.000 millones de
euros y con ellos saneará los bancos y pagará parte de la deuda que tiene con
los países del euro. En suma, la Eurozona se apropia de los principales bienes
de transporte, comunicaciones y energía públicos griegos para cobrarse parte de
la deuda.
Todo lo detallado, recogido
directamente del acuerdo, son los términos básicos que rigen el protectorado. “Los
compromisos enumerados son requisitos mínimos”, dice el documento. Hay más,
pero probablemente ya es conocido: un plan de austeridad y recortes que no son
sino la intensificacióon de los ya aprobados y que han llevado a una depresión
económica desconocida en territorio europeo en tiempos de paz: caída del 26 por
ciento de la actividad económica y 26 por ciento de desempleo. Mientras, lo que
se pretendía conseguir: que Grecia pudiera hacer frente a su deuda, no sólo no
se ha conseguido sino que la dificultad se ha agudizado.
Los planes impuestos por la
Eurozona a Grecia desde 2010 estaban supervisados por la Comisión Europea, el
Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. A esa troika
correspondía asegurarse de que dieran los resultados previstos. No ha sido así,
pero en el acuerdo alcanzado ahora no se dice nada de sus responsabilidades
políticas o técnicas por ello. Tampoco menciona responsabilidad alguna para la
Eurozona en el futuro tras la implantación del protectorado.
El protectorado fue una
institución muy empleada en la expansión colonial. Era una forma de legalizar
la dominación de las potencias colonialistas, lógicamente en su provecho,
aunque tomaba la forma de una aparente protección. En Europa el último protectorado
conocido fue el que estableció Alemania sobre Bohemia y Moravia, la actual República Checa, en marzo de 1939. Entonces también se hizo
mediante acuerdo. Bastó con que Hitler convocará en Berlín al presidente checo,
Emil Hácha y le amenazara con que o aceptaba el protectorado o bombardearía
Praga.
Afortunadamente, las cosas
se hacen ahora de otra manera. Al primer ministro griego, Alexis Tsipras, se
le dejó claro en Bruselas que o aceptaba
los términos del acuerdo o los bancos griegos no recibirían un euro del Banco
Central Europeo. Ningún banco, por
saneado que esté, puede subsistir indefinidamente sin que el Banco Central le
preste dinero. Y menos los bancos
griegos, que vienen sufriendo una salida continua de fondos. Ahora el BCE tiene
prestados a los bancos europeos 411.000 millones de euros. Y de ellos una
tercera parte se lo tiene prestado a los bancos españoles.
El establecimiento del
protectorado trata de conseguir dos cosas. La primera es dejar claro que el Eurogrupo no admite que un
gobierno, en este caso el de Syriza, pueda actuar de modo diferente a los que
dominan hoy, y esperan que para siempre, la Unión Europea. El primer párrafo
del documento deja clara “la necesidad crucial de restablecer una relación de
confianza con el gobierno griego como condición previa”. Se trata de cortar
de raíz el riesgo principal, que no es el impago de la deuda, sino la
propagación de que otra política es posible. En definitiva, de establecer
lo que los absolutistas de toda Europa llamaron “cordón sanitario” alrededor de
la Francia revolucionaria, que propagaba otra forma de gobernar.
El segundo objetivo es sin
duda recuperar lo que los otros países han prestado a Grecia. Sin embargo, el
propio documento duda de la capacidad de Grecia para devolverlo. “El Eurogrupo
está preparado para considerar, de ser necesario, posibles medidas adicionales
(periodos más largos de gracia y amortización)”, dice el texto, pero siempre
que Grecia actúe como se le manda. El FMI ha manifestado que así Grecia no
podrá devolver su deuda.
Los dos objetivos distan
mucho de estar garantizados. La dureza, la
inflexibilidad y el poderío no son incompatibles con la simpleza y la
ingenuidad. Si los vencedores de esta cumbre creen que han dejado las cosas
bien sentadas, pueden estarse comportando con la misma ingenuidad que los
alemanes cuando tomaron París en junio de 1940, al creer que habían ganado así
la guerra.