La decisión de Rajoy de
dejar aprobados los presupuestos al Gobierno que le suceda sólo puede
entenderse como el deseo de hacer inmutable lo que el PP ha establecido. Con
ello deja claro que quiere perpetuar el recorte del gasto social, claramente
más bajo que cuando llegó al poder.
Todo el mal que se ha hecho
en el mundo, se ha hecho por buenas razones.
Hegel.
El Gobierno de Mariano Rajoy
va a despedirse de esta legislatura con un hecho desconocido. Dejar aprobados
los presupuestos al Gobierno que le suceda. No es que ahora se produzca una
situación diferente de otras. Durante el
actual régimen político se han celebrado elecciones en el último trimestre del
año en tres ocasiones y los gobiernos respectivos no acudieron a la treta de
Rajoy. Prorrogaron los anteriores Presupuestos y esperaron a que el siguiente
Gobierno elaborase los suyos y el nuevo Parlamento los aprobase. Lo hizo el Gobierno de la UCD en 1982. Lo
volvió a hacer el Gobierno del PSOE en 1989. Y otra vez el PSOE en 2011. En
1995 el Congreso rechazó los presentados y hubo también que prorrogarlos.
Los presupuestos son el
instrumento básico para gobernar. Ninguna política estatal puede hacerse sin
adecuarse a ellos. Por eso, todo Gobierno tiene el derecho, y la obligación, de
elaborarlos en sintonía con la política que quiere aplicar. Eso explica
que “la lucha por el manejo del
Presupuesto, ha equivalido siempre a la lucha por el poder político”, como dice
el profesor Antonio Torres del Moral. Hurtar al futuro gobierno esa
posibilidad no puede entenderse más que como un intento de “luchar por
el poder político” al margen de las elecciones, que inevitablemente se deben
celebrar antes de que acabe este año.
El Gobierno esgrime: “Al
aprobar los Presupuestos marcamos una senda que permite a los distintos agentes
económicos públicos y privados hacer sus previsiones, y tomar sus decisiones
estratégicas en un horizonte de estabilidad”. Lo dijo el presidente Rajoy, el
viernes en que se aprobaron en Consejo de Ministros. La razón empleada encierra
dos perversiones políticas. La primera es conceder valor cero a un resultado de
las elecciones que no se ajuste a esos Presupuestos. La segunda es hacer creer
“a los distintos agentes económicos públicos y privados” en la inmutabilidad de
lo que el PP ha dejado establecido.
En realidad, para todo en la
vida hay razones que aducir. No conozco a ningún partido político, empresa,
gobierno u organización de cualquier naturaleza que no explique lo que hace por
buenas razones. Por ejemplo, al llegar al Gobierno, Rajoy fue apremiado por la
Comisión Europea para que aprobase cuanto antes los Presupuestos y esperó a la
celebración de las elecciones andaluzas, para hacerlo. Adujo también razones. Y
la incertidumbre, si esta se mide como hacen los listos, es decir con la prima
de riesgo, era muchísimo mayor. Estaba entonces en 333 puntos. Ahora está en
134. Bien es cierto que, nada más aprobarse finalmente los primeros
presupuestos de Rajoy, en junio de 2012, ese termómetro había subido a 484 y
llegó a más.
Pero todo se hace por algo,
y Rajoy tendrá sus motivos. Aquí indico dos posibles.
El primero. Si el PP se
viera en la necesidad de buscar aliados para seguir gobernando, podría
imponerles estos Presupuestos, los suyos, conseguidos con una mayoría absoluta
en una legislatura previa.
Segundo, tras años de
recortes, Rajoy quiere presentar estos Presupuestos como los de la
reconciliación con los ciudadanos a los que ha machacado. Eso explicaría ese
canto del giro social. Se trataría de llevar al Boletín Oficial del Estado su
programa para las elecciones de este año.
¿Presupuestos
sociales? Tras cuatro años de recortes sociales el Gobierno los
presenta como una compensación por esos sacrificios. Hagamos por tanto un
ejercicio de memoria y comparemos el sesgo social de estas cuentas con las que
había cuatro años antes.
Gasto
social total en los Presupuestos. Para 2016 los gastos
llamados sociales representarán el 53,5 por ciento de todo el dinero que
dedicará el Estado. Cuando llegó el PP al Gobierno ese gasto social suponía el
58 por ciento. Eso significa que en estos nuevos Presupuestos-Programa
electoral del PP para 2016 el gasto social permanece recortado en 4,5 puntos.
El
único gasto social que sube es el de las pensiones. Es
desde luego el más voluminoso. Ahora se va a gastar mucho más en pensiones: un
20 por ciento más que en 2011. Pero su incremento se debe sobre todo al
continuo aumento de pensionistas con pensiones más altas, porque en los años de
bonanza cotizaron más. El Gobierno de Rajoy ya tomó medidas para evitar ese
ritmo de aumento, pero se notarán poco a poco.
Para
el resto del gasto social, estos Presupuestos “tan sociales” destinan un 23 por
ciento menos de dinero que los de 2011.
Para
ayudar a los parados habrá 10.000 millones de euros menos. ¿Es
porque hay menos parados? No. El número de
parados inscritos en las oficinas de empleo es prácticamente el mismo,
tan sólo un 0,8 por ciento menos ahora. Pero el recorte total del dinero en ayudas es del 35 por ciento.
Para
fomento del empleo, del que el Gobierno no para de presumir, se
destina un 28 por ciento menos que en
2011. Desciende incluso el dinero para formación profesional. En dependencia, el dinero es escaso y se
recorta un 16 por ciento respecto al recorte ya aplicado en 2011. Para facilitar el acceso a la vivienda el dinero presupuestado para 2016 no llega ni a
la mitad del que había en 2011. Esto pese a que se ha disparado el número
de familias que se han quedado sin casa.
En
sanidad el gasto del Estado para 2016
será un 6 por ciento menor que en 2011. Y en educación un 12 por ciento más
bajo. En realidad son dos prestaciones sociales encomendadas a
las comunidades autónomas, las que gastan el dinero en salud y enseñanza. Y es
ahí donde hay que mirar. El 9 de abril
de 2012, cuatro meses después de llegar al poder, el Gobierno anunció un
recorte de 10.000 millones de euros en sanidad y educación. No se trataba de
gastar menos ese año o el siguiente. En realidad eran “reformas encaminadas a
lograr una mayor racionalización” decía textualmente la nota difundida por
Moncloa, que añadía “el ahorro previsto superará los 10.000 millones de euros”.
Era por tanto un recorte estructural,
para siempre, año tras año, que afectaba a los servicios que prestan las
comunidades autónomas. Hasta ahora, ninguna nota, disposición o declaración
del Gobierno ha levantado ese recorte perpetuo. Eso le ocurre a muchas otras
cosas y los Presupuestos-Programa electoral del PP no pueden ocultarlo si se
miran con cuidado. En un artículo siguiente entraremos en detalle. Aquí sería
muy largo.
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