"El secreto de ser aburrido es decirlo todo"

Voltaire.

domingo, 1 de noviembre de 2015

PRESTAR CON DINERO AJENO.

¿Prestarían los bancos dinero a un cliente con el que hubiesen tenido una mala experiencia? Cada año  dos millones de parados se ven obligados a prestar a  los bancos más de 20.000 millones  de euros aunque hayan tenido malas experiencias con ellos. No son los únicos.   
Si los tártaros invadiesen hoy Europa, resultaría difícil hacerles comprender lo que es entre nosotros un financiero”.
                          El espíritu de las leyes.
                          Montesquieu.

Esto de los bancos es muy complicado. Lo es para cualquiera, incluso para los propios responsables de los bancos. Y para los que tienen que vigilar que funcionen bien. Tanto es así, que a partir de 2008 se dieron cuenta de que muchas de las entidades no tenían lo que creían y todo estuvo a punto de venirse a pique.  Así habría sido, si no fuera porque los ciudadanos pagaron de su bolsillo común, el Estado, lo que les faltaba. Lo de los bancos es tan complicado que, a  lo mejor por eso, casi nadie se mete a analizar su  naturaleza. Están ahí, para lo bueno y para lo malo, como el sol  o la lluvia, pongamos por caso, que casi nadie se pone a pensar que hacen, dando calor o empapándonos la gabardina.  Pero, al menos en lo que a los bancos se refiere, hay cosas que tirando del hilo podemos ir entendiendo.
Por ejemplo, hace pocos días escuché por la radio la voz de una mujer, en paro, que se negaba a abrir una cuenta en un banco para cobrar a través de ella la prestación por desempleo. Había tenido muy malas experiencias con la banca y no quería darles “ni la hora”. Los responsables de su oficina de empleo no aceptaron tal argumento. Si quería cobrar el dinero del paro tenía que darles los datos de una cuenta bancaria.  Parece ser que esta obligación, que impone el Servicio Público de Empleo, no es tal. Alguna sentencia de un Tribunal Superior de Justicia ya lo ha dicho.
Veamos la cosa de otro modo. Cuando esa mujer en paro, o cualquier otra persona, mete el dinero en un banco  está prestando ese dinero a la entidad durante el tiempo que lo tenga allí depositado. Y no es sólo una forma de hablar. Ese dinero que recibe la entidad bancaria en depósito lo presta a su vez a otra persona, a la que cobra un interés por ello. Por ejemplo, ese dinero del paro, pongamos que eran 800 euros cada mes. ¿Cuánto recibirá  la desempleada por prestarle el dinero al banco?  Pues si lo tiene allí a la vista, para sacarlo cuando quiera, y aguantase un año, el banco le pagará un interés de un euro con doce céntimos: el 0,14 por ciento según datos del Banco de España. La entidad bancaria le presta esos 800 euros a un cliente para comprarse un coche. El banco recibirá en un año 36 euros con dieciséis céntimos, el 4,52 por ciento. Total, el banco ganaría con esos 800 euros de la parada, no del banco,  treinta y cinco euros.
Claro, esto no es mucho. Además, seguro que la parada no dejará allí sus 800 euros un año. Los necesitará para vivir. Pero el secreto en economía es trabajar a gran escala.  Por vender una camiseta de algodón apenas se gana un poco de dinero. Pero por vender cientos de millones de camisetas, uno puede llegar a ser el hombre más rico del mundo. Y al banco llegarán diariamente millares de transferencias de 800 euros, con los que puede dar centenares de préstamos.
En 2014 más de dos millones de parados cobraron del Servicio Público de Empleo por encima  de 20.000 millones de euros. Todos, salvo esa mujer airada, habrán metido en un primer momento ese dinero en un banco. No les queda otra. Si trasladamos el supuesto anterior a esta cifra, resulta que todos los parados recibirán 28 millones de euros de los bancos si les prestan ese  dinero todo un año. Y los bancos cobrarán por prestar la misma cantidad a sus clientes 904 millones. Habrán ganado 876 millones con un dinero que no es suyo.
Nada hay de extraño. Ya se sabe, es la base de su negocio. Pero hay detalles que se escapan a todos, menos a esa mujer parada, que se plantó. Los bancos prestan el dinero al que quieren. Nadie les dice que tienen que prestar. No están obligados. Lo hacen para ganar dinero. Pero de la otra parte, los parados en este caso, tienen inevitablemente que prestar su dinero a los bancos. ¿Prestarían los bancos dinero a un cliente con el que hubiesen tenido una mala experiencia? Lógico es pensar que no. ¿Prestan dinero los parados a los bancos aunque hayan tenido malas experiencias con ellos? Es evidente que se ven obligados a hacerlo.
Puede argumentarse que el banco le hace un servicio al parado al guardarle el dinero. Así es, pero por ello le cobra una cantidad: son las comisiones. Por ejemplo, un importante banco español, cobra por tener una cuenta corriente (esa que le exige el Servicio Público de Empleo a la desempleada para la prestación) 48 euros al año. Siguiendo con el ejemplo,  se concluye que recibirá 1,12 euros en un ejercicio y deberá pagar al banco 48 euros. Total: el banco recibe 800 euros prestados con los que va a ganar, no sólo 33,16 euros al prestarle ese dinero a otra persona, sino también 48 euros de la desempleada por la cuenta que se ve obligada a abrir.

El caso puede extenderse realmente a todo. Hay muchísimas cosas que tienen que cobrarse o pagarse a través de un banco: la nómina, el recibo de la luz, el del gas o el abono a un club de fútbol, por citar unos pocos. Está claro que la sociedad actual no puede funcionar si no hay una red de pago y cobro organizada. Tampoco una ciudad puede funcionar si no hay calles por las que trasladarse. Pero, por el momento, las calles son de todos, son un bien público, y los bancos tienen dueños privados. Por ellos circula prácticamente todo el dinero que tiene la gente y lo que ganan con él es para ellos. 

Además, con tanto dinero se  pueden hacer muchas cosas, aparte de prestarlo para ganar más dinero. Pueden, por ejemplo pagar a centros de pensamiento económico que defiendan sus intereses,  o ayudar a partidos políticos. Claro, el dinero no está para tirarlo. Hay que saber en qué se gasta y para qué se gasta. Lo dice el más elemental principio de buena administración.  Por ejemplo, he escuchado muchas veces a economistas expertos que sostienen que los parados encontrarían mejor empleo si no se les pagase tanto por estar sin trabajo. Esto, aunque haya otros dos millones de parados que no cobran un euro de ayuda y tampoco encuentra empleo. Pero nunca les he  oído que expliquen que los bancos consiguen una parte de su  dinero gracias a que los  parados, y los que pueden llegar a serlo, les han prestado antes quieran o no.