"El secreto de ser aburrido es decirlo todo"

Voltaire.

miércoles, 10 de febrero de 2016

TEATRO…LO TUYO ES PURO TEATRO

Pretender que se avanza hacia la formación de un Gobierno con un documento inconcreto, para que sea aceptado por todos, y negociado sólo con fuerzas que sumadas quedan lejos de la mayoría no deja de ser una representación teatral.
Si nadie sabe lo que haces, nadie discutirá contigo.
Cottom Club.
Francis Ford Coppola.

Debo de tener muy malas entendederas, pero por mucho que le doy vueltas no acierto a comprender qué avance se está produciendo en la negociación para formar Gobierno.  Es de eso de lo que se trata, ¿no? Recapitulo lo esencial del avance producido hasta ahora. El primer día de conversaciones, Pedro Sánchez lanzó un mensaje de optimismo: “esto empieza bien”, después de reunirse  con cuatro fuerzas políticas que totalizan ocho diputados.

Tras una primera toma de contacto con todos los grupos, salvo el PP,  en los días posteriores,  el PSOE ha comenzado ya  a negociar por separado con tres fuerzas políticas, a las que ha presentado un documento base. Se titula “Programa para un gobierno progresista y reformista”.  Tras esas sesiones, ni Ciudadanos, ni Izquierda Unida, ni Compromís, las tres fuerzas en cuestión, pusieron reparos importantes al documento. La conclusión que sacó el portavoz socialista en el Congreso, Antonio Hernando, fue que no veía ningún obstáculo para alcanzar un pacto de Gobierno con ellos. Luego, algo parecido  ocurrió con el PNV.

 Suena bien, ¿no? Pues a mí me recuerda a una persona que se sube en una cinta de correr en un gimnasio. Se pasa en ella 15 minutos y da por hecho que ha recorrido poco más de dos kilómetros. Es obvio que no ha recorrido ninguno. Está en el mismo sitio que al comienzo, pese a haber derrochado el esfuerzo para desplazarse.

El artificio que hace ver otra cosa se descubre si analizamos cuatro elementos fundamentales.

El primero es el contenido. No voy a entrar a comentar en detalle lo que se recoge en el documento presentado por el PSOE. Si todavía pervive, pienso hacerlo en un posterior artículo, referido, eso sí, a sus aspectos económicos y laborales. Pero compruebo que, junto al tono general de cambio político que plantea (no podía ser de otra manera, claro está) el texto es inconcreto  en aquello que otros pueden rechazar, o simplemente no lo recoge. Y se trata en los dos casos de asuntos cruciales. Sólo entra en cierto detalle en lo que todos dan por bueno, salvo el PP. En suma, está muy bien para echarle un vistazo, pero es tramposo, porque contribuye a dar la sensación de un acuerdo sólo aparente.

El segundo elemento es la relación entre las partes. La negociación se ha realizado de forma estanca. Primero con uno, Ciudadanos: ¿Te parece bien esto? Bueno, la mayoría no me parece mal. Y si se lo parece, como es tan inconcreto,  se calla. Después otro, Compromís. ¿Qué te parece? Falta alguna cosa, pero en general, no me opongo a lo que está escrito. Y el tercero, Izquierda Unida. ¿Cómo lo ves?  Decir, no dice nada malo. Finalmente, realizó la misma operación con el PNV, con resultado similar.

Es muy posible que cada partido haya aportado sus ideas, para darle concreción a lo presentado, pero los otros no lo han oído, por lo que nadie puede oponerse. Pero nada indica que todos estén de acuerdo.

El tercer elemento que hace engañoso el avance es el número. Todos los partidos con los que el PSOE ha negociado ya por separado suman 52 diputados. Si se añaden los 90 del PSOE, totalizan 142. Faltan 34 para la mayoría.

El cuarto elemento es el fundamental: la configuración del Gobierno. Por más que se repita la tópica frase de “lo importante no son los sillones, no deja de ser una falacia. Para darnos cuenta de la estupidez que representa, hagamos un ejercicio: utilicemos otro término para hablar de asientos, por ejemplo, escaños. ¿A que es estúpido que un partido diga que no le interesan los escaños? Los sillones aludidos no son otra cosa que poder. Y la gestión pública sólo se  materializa desde el poder. Sin él no hay “programa, programa, programa”. El acordar qué partidos van a formar parte de ese poder es la clave y todo pasa por ahí. Por eso, Ciudadanos que lo tiene claro, como cualquiera que piense, no está dispuesto a apoyar un Gobierno en el que se siente una fuerza diametralmente opuesta a la suya, Podemos. Y por eso Podemos, que le ocurre lo mismo, tampoco apoyará un gobierno en el que esté Ciudadanos. La diferencia es que PSOE y Podemos pueden articular, con pequeños apoyos, un Gobierno, mientras que PSOE y Ciudadanos no, como he explicado más arriba. Necesitarían al PP, por activa o por pasiva.

Es un ejercicio de cinismo acusar a Podemos de pretender sillones. ¿Es que el PSOE pretende el absurdo de gobernar sin ocupar los sillones de ministro?

Todo esto ha sido elemental en cualquier formación de Gobierno, por ejemplo autonómico. Aquí parece que no funciona esa lógica, simplemente por una cosa: no lo quiere el poder, no el de los sillones citados, ni el de los escaños, sino el que todo el mundo conoce, el poder establecido desde mucho antes de estas elecciones.


Cuando Pedro Sánchez y el PSOE lleguen a esta conclusión, se habrán bajado de la cinta de correr en un gimnasio y emprenderán de verdad el camino hacia la formación de un gobierno.