"El secreto de ser aburrido es decirlo todo"

Voltaire.

jueves, 7 de julio de 2016

LO QUE EL BREXIT SE LLEVÓ

Lo que los británicos han decidido en referéndum es salir de la Unión Europea de los mercados, la salida de la Europa de los ciudadanos ya se había acordado en una Cumbre sin consultarles. Todo a cambio de que el Reino Unido se quedara.
Quizá vuelva una noche desde el club a su casa, dando traspiés, “pleno de abstinencia”, mareado por el oporto, canturreando estúpidamente: Britons never, never shall be slaves.
K. Marx. El Capital.
                                                                   
Explicar la decisión británica de abandonar la Unión Europea, tomada en referéndum, viene a ser algo así como observar un poliedro de múltiples caras: en cada una de ellas hay una consecuencia para Europa. Además, de momento, sólo podemos ver los polígonos del mismo que se nos muestran desde nuestra posición. El resto de las caras se encuentran ocultas para nosotros, por ahora. Yo me voy a fijar sólo en una de las superficies visibles, aunque debe  de serlo poco, porque extrañamente no se ha hablado de ello.

Lo ocurrido el pasado 23 de junio fue en realidad el último paso del Brexit. Es el que se refiere sobre todo a los negocios, al comercio y a las finanzas. El Brexit que afecta directamente a los europeos, como ciudadanos, se acordó hace ya unos meses, y no fue mediante referéndum, sino en la sala de reuniones de los jefes de Estado o de Gobierno de la Unión Europea. Fue en la cumbre del 19 de febrero, en Bruselas.

Ese día, con menos solemnidad que otras veces, los mandatarios europeos decidieron dar por concluido el proyecto de Unión Europea, a cambio de que el Reino Unido no abandonase  lo que iba a volver a ser simplemente un mercado único, con restricciones.  No lo dijeron así, claro. Y algunos de ellos, es posible que todos, no debieron creer que eso sucedía. A la vista de las pocas luces que tuvieron todos los gobernantes para ver venir la crisis, tampoco es de extrañar.

El sábado, 19 de febrero de 2016, los reunidos en Bruselas acordaron acabar  con el derecho a la libre circulación de trabajadores dentro de la Unión Europea. No se trata de un derecho cualquiera. La libre circulación de personas constituye la base sobre la que se asienta la Unión Europea. Ello explica que sea el primero de los derechos que figuran en el Tratado, recogido en su artículo 3. Es lógico, no se concibe un sistema democrático donde las personas no puedan moverse libremente. De hecho, el segundo de los tratados, el de funcionamiento de la UE, declara firmemente que “la libre circulación supondrá la abolición de toda discriminación por razón de la nacionalidad entre los trabajadores de los Estados miembros, con respecto al empleo, la retribución y las demás condiciones de trabajo”. Suena solemne ¿no? Pues eso es lo que de hecho se suprimió, siempre y cuando el Reino Unido votara en referéndum permanecer en lo que ya no sería lo mismo que hasta junio. En realidad la eliminación del citado derecho iba más allá, porque limitaba también el derecho a las prestaciones sociales.

El objetivo de tamaña decisión era satisfacer  al primer ministro británico. Así, recomendaría a sus ciudadanos que votasen en el referéndum por permanecer en la Unión Europea. La destrucción a cambio de derechos y compromisos fundamentales, pasó a considerarse un asunto puramente instrumental. Esas restricciones lógicamente no podían aprobarse para un solo país: lo acordado sobre los derechos laborales y sociales afectaría a todos los Estados. Repasemos algunas, tal y como figuran en la decisión acordada:

-Cualquier Estado podrá prohibir la entrada de personas de otros países comunitarios  que vayan a trabajar, con el  argumento de que eso impide reducir el paro, fomentar la contratación o afectar a la Seguridad Social de ese Estado.

-Pueden denegarse prestaciones sociales a cualquier ciudadano de la Unión Europea que no sea natural del país donde reside.

-Se podrá prohibir también que un ciudadano que no trabaje viva en un país de la Unión Europea que no sea el suyo, si no demuestra que tiene dinero para mantenerse.

-Cualquier ciudadano de la Unión Europea podrá ser expulsado de otro país comunitario sin que medie una acusación o condena, simplemente  como prevención ante lo que de forma inconcreta se cataloga de amenaza, aunque esta no sea inminente.
Lo descrito puede leerse en el siguiente enlace:


Todo esto a cambio de que el Reino Unido se quedase en la organización, llamémosla así, para diferenciarla de lo que es una auténtica Europa de los ciudadanos. Si al final Gran Bretaña se iba, lo pactado quedaba en papel mojado.

La Unión Europea está fundamentada en las llamadas cuatro libertades:

Primera,  la libre circulación de personas, que incluye, no sólo la potestad de desplazarse libremente por todos los territorios de la Unión, sino además de establecerse en cualquiera de los 28 países y disfrutar de los mismos derechos que los nacionales. Es la más importante, como hemos dicho, porque afecta personalmente a los ciudadanos.

Segunda, la libre circulación de  mercancías. Tercera, la libre circulación de capitales. Y cuarta, la libre de prestación de servicios.
 
Lo que los británicos han rechazado en referéndum ha sido estas tres últimas libertades, las de las empresas. La primera y fundamental ya estaba suprimida sin la intervención directa de sus afectados, los ciudadanos. Es por tanto lógico que el revés haya afectado directamente a los mercados y tenga en vilo al mundo del dinero. Obviamente esto tiene consecuencias para los ciudadanos, dependientes de la buena salud de los negocios.

No es difícil que los mercados salgan airosos de este trance. Un Tratado de libre comercio entre la Unión Europea y el Reino Unido puede satisfacer todas las necesidades de las empresas, de las compañías financieras y de los que manejan el dinero  para actuar en ambos territorios: el de la UE y el de Gran Bretaña. Sólo quedaría eliminado el derecho de los ciudadanos a ser tratados como iguales en ambos lados del Canal de la Mancha. Pero, como se explicaba antes, esto ya se había acordado sin referéndum alguno.

Las consecuencias negativas serán para  la Unión Europea, especialmente si el Reino Unido sale bien parado con su marcha, porque puede demostrar que la insolidaridad y la desunión también funcionan para algunos y que el objetivo no era crear una Europa de los ciudadanos sino de los mercados.

Eso sí, para meter miedo a la gente sin explicar de verdad las cosas, el Brexit  ha venido que ni pintado.

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